Y siento la soledad que me atenaza y me envuelve… hasta que una voz reverbera en mi subconsciente.
- ¡No! Crowen ¡No!
Es Valdor quién grita, y su ansiedad desquiciada me obliga a abrir de nuevo los ojos. El mundo gira a mi alrededor, el paisaje cambia, mis manos ya no aferran una esperanza olvidada sino mis armas de batalla, mis dedos se cierran en torno a la piedra lisa cuyos ojos de cuervo me devuelven la mirada. De pronto el volumen del ambiente, ahogado por los ecos en mi mente, despierta y se incrementa hasta ensordecerme.
Baazel a mi lado, herido, consumido, clamor de combate que impregna la atmósfera. Mis sentidos se expanden, escucho el rugido del trueno y siento la lluvia de fuego descender de un cielo oscuro repentinamente iluminado, la magia de Elric reclamando la furia de los elementos, aullidos de demonios que se retuercen atrapados en la vorágine de devastación convocada por el mago. El canto de Iset, la Reina Triste, avatar de los cinco, al igual que yo, la última de su linaje, su canto de batalla corta el espacio con la misma precisión que su guadaña encantada cercena demonios arracimados en torno a ella, la atmósfera se electrifica cuando libera su poder haciendo vibrar la tierra y ondular el aire, arrojando lejos de su posición a las huestes convocadas por el Rey Sombra. Y bajo el rugido de las bestias las oraciones de Kumara, bendiciones de luz y calor que restañan la carne y aligeran el alma, un soplo de energía que refresca la sangre y despeja la mente arrastrando el cansancio y el terror. Soldados, caballeros, reclamos de Kryena, las órdenes de Krayten, todos ellos han acudido a mi llamada.
Baazel a mi lado, Valdor en la Atalaya. Y en ese momento descubro que todo es una trampa.
Misao va a por Valdor, a por la Atalaya, el Libro de Sangre y Asur, un niño de pecho, el primogénito de la Reina Triste, que se oculta en mi baluarte bajo mi protección. Misao ha traicionado al Rey Sombra, no deseaba convertirse en la concubina de un demonio, desea convertirse en un dios, una diosa oscura de muerte y sombra, un avatar del vacío.
Y no se lo voy a permitir. Ante mi se yergue el Rey Sombra, en tablas con su propio hijo, Baazel y él se han enfrentado salvajemente mientras yo encaraba a Misao, el combate se empieza a decantar hacia su lado, los demonios no cesan, el Rey Sombra extrae su poder de sus siervos, incansable, Baazel no puede competir con ello. Yo me enfrento a Misao, la mujer que fingió ser nuestra aliada y amiga, que engañó a Iset y a Sirkani, que jugó con su corazón, su vida y esperanzas. La mujer que asesinó a cientos de inocentes en rituales profanos, que arrancó no-natos del vientre vivo de sus madres y los entregó a la sombra, la mujer que se arrancó la carne de los huesos y se inmoló en un último sacrificio para trascender su forma mortal y abrazar el poder que tanto ansiaba, la mujer que abrió puertas a la locura y sedujo a un demonio mayor, la bruja despiadada que iba a sacrificar al hijo que crece en sus entrañas por pura ambición.
Misao acaba de traicionar al Rey Sombra abandonándole a su suerte. Y va a por Valdor, a por mi centro de poder, a por lo que soy.
Y se cuál es mi destino. El que yo elija. Y elijo prevalecer. Elijo vencer. Sé lo que he de hacer. Miro a Baazel, no es rival para su padre, pero yo si. Si le consumo, seré rival para ambos.
Nos miramos, mientras me despido de Valdor.
- Ahora eres el único Señor de la Atalaya.
- ¡Crowen, essspera!¡Crowen, no!
Una caricia en su mente, trémula y cariñosa, las caricias que nunca compartiré, los besos que nunca regalaré, los momentos que no recordaré se anudan en mi pecho y me roban el aliento.
Baazel me ofrece su poder y voy a utilizarlo. Me cierno sobre él y me impongo violentamente, le sujeto por lo hombros y él se aferra a mi mientras sello sus labios con un beso, un único despiadado y letal último beso que despierta mi hambre inhumana, que consume mi alma mortal y devora el príncipe demonio entre mis brazos. Baazel y yo somos uno, el vínculo con Valdor se debilita mientras la energía vil me invade.
Y extiendo mis brazos entregada a mi hambre, siento como mi cuerpo se expande desbordado por la energía oscura y ardiente de Baazel, me hago inmensa, mis ojos se inyectan en sangre y los fijo en el Rey Sombra, alto señor de las huestes infernales. El demonio se gira, me encara y revela su forma inhumana. Una montaña gargantuesca de rasgos simiescos, hombros cargados y zarpas reptilianas, un demonio de sombra y calor que emana fuego y llama vil. Y entonces río, esa risa cruel que me embarga en mitad de la batalla, cuando libero mi poder, mi sed, mi hambre… y me zambullo hacia él asumiendo las consecuencias. Y sigo riendo cuando él me atrapa y hunde en mi sus garras, y sigo riendo cuando me desgarra… cuando quiebra mi espalda… y siento sus fauces cerrarse sobre mi cabeza y siento los dientes arrancar mi carne. Y entonces sucede.
Y ya no soy Crowen, y no soy Baazel y soy ambos y soy el Rey Sombra, y río mientras devoro mi propio cuerpo y robo la esencia del vil monarca.
No tengo carne, soy sombra y fuego, no tengo huesos, soy ceniza y pensamiento, no soy humana, no soy elfa, no existe el tiempo, mi voluntad doblega la realidad. Siento hambre, siento sed, siento anhelo y deseo, no hay paz ni final… así que exijo, reclamo, reclamo lo que es mío. Y devoro las huestes del rey demonio, y me transformo en puro vil. Mi voluntad prevalece, soy muerte.
*Misssao*
Soy Crowen, soy Baazel, somos muerte.
Reclamo a mi concubina, reclamo a Misao , soy tu rey, acude obedece humilla ven… AHORA.
Y tiro de ella y ella tira de mi. Misao grita, se enfrenta, sus garras me hieren, mis dientes mastican. Y ella grita y yo río, porque estoy disfrutando porque me gusta devorarla, porque voy a matarla, voy a matarla a matarla a MATARLA, PARA SIEMPRE, POR SIEMPRE, ¡QUIERO SU ALMA!
El tiempo se detiene, yo lo detengo. Es mío y me pertenece. Escucho mi risa, me escucho tragar, deglutir, devorar… saboreo su esencia. Y de pronto ya no hay nada, no hay nadie, se marcha el sonido y los gritos, se atenúan los colores y formas, no hay aire ni cielo ni tierra ni roca ni hambre…
¿Hambre? Aún tengo hambre… ¿cuándo se calma el hambre?
*Lo conssssumirás todo*
Soy vil. Respiro vil. Siento Vil. El mundo se torna glauco, se oscurece, esmeralda, diáfano… es una sensación inquietante, insatisfecha, huidiza…
*Eresss Crowen*
¿Quién?
*Eresss Crowen, linaje de nigromantesss, heredera del Libro de Sssangre*
Crowen…
*Eresss Crowen, mi consssorte, mi Ninfa de sssangre*
Soy Crowen…
*Vuelve, ssse mía, mi Ssseñora de la Atalaya*
Valdor.
*Esss cuessstión de voluntad*
Y la voluntad de Valdor es formidable. Y siento su mente rasgar la mía a cuchillo. Valdor penetra mis defensas como un ariete afilado, rompiéndome en mil pedazos, y destruye y desmorona mientras me retuerzo en agonía, y aúllo y grito y me defiendo y le ataco y lloro y grito y dioses diosesss… EL DOLOR. SU DOLOR.
- ¿Me deseas? –pregunta la pelirroja insinuante, apoyada en su pecho, ambos sumergidos en una tina de agua caliente, rodeados de vapor y humedad.
- Ssssi. Te dessseo.
- Pues aplícate. –ríe ella- No me acuesto con aprendices.
¿Valdor?
- Te dessseo. –dice él.
- Te advierto que soy dominante, voluble e infiel. –le dice la pelirroja.
- Eress mi Ninfa de Sssangre. Eresss perfeta.
Y pasan años. Y siglos. Y sueño. Y vagabundeo perdida sin rumbo. Una eternidad, un instante. Y entonces parpadeo.
- ¿Crowen?
Una voz a mi lado, abro los ojos, despierto, desnuda, indefensa, aturdida.
- ¿Quién? –mi voz se arrastra rota e inaudible.
- ¿Eres Crowen? –la voz de él insiste, apremiante.
- ¿Lo soy? –inquiero confusa.
- Sé que eres Crowen. ¿Quién soy yo?
Ahora si centro mi mirada, mi visión se aclara y enfoco por fin el rostro de ojos verdeantes y piel alba que me observa inclinado sobre mi.
- Eres Baazel. –afirmo con seguridad mientras siento su alivio.
- ¿Qué ocurre, qué hacemos aquí?
Me incorporo y observo el entorno, alzo la vista a las ruinas blancas que hay cerca, comienzo a percibir el rumor del mar y el roce de la brisa, el aire sabe a sal. No sé donde estoy, no se quién soy. Baazel me tiende la mano y me ayuda a levantarme, nos observamos con curiosidad, desnudos en cuerpo y mente, confusos...
- Soy Crowen. –digo por fin.
- Crowen Malarod. –acuña él.
- Crowen... Crowen Skarth.
Y en ese momento, me hago real.
CXVI .- Interludio: Noche de tormenta
Hace 13 años