viernes, 18 de septiembre de 2009

Crowen (IV) Comenzando de nuevo. Encuentro con Valdor Skarth.

Abandoné la Atalaya, pagué a los mercenarios, liberé a mis siervos y agradecí su ayuda a mis amigos, mi lealtad para con ellos fue inquebrantable mientras vivieron y en algunos casos también después de muertos.
Durante mis viajes había encontrado el lugar perfecto para empezar de nuevo, lugar que guardo en secreto pues son muchos los misterios que allí he dejado y ocultos deseo que permanezcan. Como mi padre antes que yo, me convertí en maestra y guardiana, velando por el equilibrio, investigando sobre “El Arte”, garantizando protección y asilo a aquellos que no eran bien recibidos en otros lugares, como los trágicos y malditos cazademonios. Me convertí en una experta en maldiciones y era requerida para anularlas, combatirlas y contrarrestarlas. Asesoré y aconsejé a mis aliados, colaboré en guerras y batallas, afiancé lealtades y sellé pactos.
En pocos años me había labrado una reputación y me sentía tranquila, tenía un par de aprendices mas dispuestas que habilidosas, pero al menos eran leales. Sin embargo me sentía incompleta, solitaria. Comprendí entonces a mi padre, muchas de sus lecciones tomaron sentido entonces, creo que hasta ese momento le había admirado, respetado… en aquél entonces comencé a quererle.
Quizá ese sentimiento fue lo que me preparó para el encuentro que cambiaría mi vida.

Por fin conocí al hombre del que terminaría enamorándome. Le conocí en una reunión casual de sabios en Dalaran, no era partícipe, ni siquiera invitado, se había hecho un hueco gracias a su labia y personalidad. Mis ojos se cruzaron con la mirada aguda e irónica del renegado Valdor Skarth y algo se agitó en mi interior. Mi primera conversación con él fue memorable, no me fijé en el tono cerúleo de su piel, ni en las marcas de la degeneración postmortem que señalaban su cuerpo, no me impresioné cuando trató de tomar el pelo a un elfo remilgado desprendiéndose el brazo a forma de saludo. Me fascinó la forma en que funcionaba su mente, era aguda, brillante… simplemente genial. Valdor no recordaba quién era ni qué lo había transformado, no era un hijo de la plaga, sino algo diferente, pero había encontrado aceptación entre otros renegados y se presentaba como uno de ellos. Yo percibí lo único de su naturaleza y no me planteé dudas, le invité a mi nueva Atalaya.
El buscaba lo que yo le estaba ofreciendo, una erudita que le ayudara a desvelar los misterios que envolvían su transformación y estado actual, dedicamos años a investigar sobre su naturaleza y pasado, de hecho averigüé quien era en su anterior vida, Daniel Branning, un humano oriundo de la antigua Lordaeron, un investigador independiente que se había acercado demasiado a un secreto de traición y que había pagado el precio de su osadía con su vida. Aunque esa …es una historia para otro momento. Se convirtió en mi aprendiz, el mas notable de todos cuantos tuve.
Junto a él alcancé las cotas máximas de mi investigación, combatí a las criaturas mas temibles y alcancé los mayores logros de mi vida.
Llegó un día en que como maestra me sentí superada por mi aprendiz y aquello me reconfortó. Nuestro trato era distinguido, cortés y profesional, aunque con su humor corrosivo e indirectas subidas de tono no ocultaba la atracción que sentía por mi, yo aleteaba cerca sin caer en sus brazos. Fue un juego que prolongamos casi dos años.
Finalmente tomé una decisión importante. Le di acceso a mi grimorio, al Libro de Sangre y quedamos ligados mística y psíquicamente, en el mismo ritual, le tomé como consorte. No pasaría mucho tiempo hasta que consumamos nuestra unión convirtiéndonos en amantes. Valdor no sentía, sus nervios estaban muertos de la misma forma en que lo estaba su cuerpo, su piel era fría y áspera, pero a mi me enloquecía. El se alimentaba de mi sangre, literalmente, yo de la suya, compartíamos un vínculo profundo e íntimo que trascendía cualquier unión mortal.

Supongo que pocos entendían nuestra relación, pero nos convertimos en una pareja formidable.

-Soy dominante, caprichosa e infiel. –recuerdo que le advertí .
-Eres mi Ninfa de Sangre. Eres perfecta. –me contestó él.

Rememoro aquella época con nostalgia, son los únicos recuerdos que aún hoy me hacen aflorar las lágrimas y me quiebran el alma. Valdor era tan esencial para Crowen, como yo para él. Nos compenetrábamos, nos espoleábamos e inspirábamos. Sólo he sentido eso con tres personas en mi vida, mi padre, Valdor… y alguien que conocería mucho tiempo después.

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