miércoles, 30 de diciembre de 2009

Crowen (XXIX) Cosas que a veces me pasan.

Camposanto de Lunargenta, noche cerrada de luna nueva.

Me detengo un momento y alzo mi vista a la luna. Estoy sentada en la tierra recién removida con las piernas colgando en el interior de la tumba abierta. Vestida con ropa vieja y tiznada de tierra de cabeza a los pies, con la pala que he usado para excavar aún presa en mi diestra, con un ataúd desvencijado a golpes en el fondo del foso y un anillo de oro con un grabado Thalassiano en mi mano libre, creo que no tendría opción a posible defensa frente a un juez o jurado, sobre todo tal y como están los ánimos en Lunargenta estas semanas.

Como me pillen de esta guisa se lía parda.

Me animo a seguir tras escupir parte de la tierra que me ha entrado en la boca al tratar de limpiarme la cara con el dorso de la mano. Una mala idea por cierto. Pero tengo ya lo que venía a buscar, una filactelia de Zai, el aro dorado que guardo con una sonrisa siniestra en mi bolsillo.

Volver a llenar la tumba de tierra y apisonarla un poco me lleva menos de la mitad del tiempo que he tardado en abrirla. En cualquier otra ocasión habría forzado al cadáver yaciente a salir por sus propios medios, ahorrándome horas de penoso cavar. Pero el pobre hombre ya ha tenido bastante. Fue sacrificado por Zai hace dos semanas y apenas puedo hacer nada por su espíritu torturado, me parece excesivamente cruel someterle a otra violación de su voluntad. Tsk... Valdor siempre me decía que era mas considerada con los muertos que con los vivos, a lo que yo solía reponderle: Por eso te elegí como consorte y si la ocasión lo permitía se lo demostraba de otras formas yum.

Me sorprendo sonriendo mientras me entrego a mi macabro trabajo. Últimamente me encuentro de buen humor, cualquiera diría que las vicisitudes y las amenazas me alegran la vida. Tengo en mente a Zai constantemente, a Valdor, los rituales, las advertencias y los secretos revelados en el Libro de Sangre, a mi madre, cuya alma está prisionera por obra de la guarra de llama y ceniza, a Baazel que juega conmigo y me incita a despertar la parte mas oscura que hay en mi, legado suyo por cierto… y en Theron, mi brujo astado favorito.

No-muertos y demonios invaden mi vida en alegre coreografía… y a mi me da por tararear una canción absurda mientras profano tumbas.

Estoy para que me encierren.

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