miércoles, 30 de diciembre de 2009

Crowen (XXVIII) Una caricia que no lo es.

Hoy es día de mercado en Lunargenta.
La ciudad, mas animada que nunca, revolotea ebria de colores, olores y sabores al son de la música de juglares y feriantes que venden evasión y canciones, que subastan su talento, que ofrecen sonrisas y halagos y nos disfrazan con purpurina otro día aciago.

Es una buena forma de borrar las huellas de conflicto social que está provocando la aplicación de la nueva y restrictiva legislación sobre demonios, nigromantes y cualquier símbolo de verde vil o negra magia que se precie. Mientras los artistas y los mercaderes pregonan sus servicios y ofertas, los obreros desmontan cristales viles de las avenidas y desmantelan estatuas del otrora amado príncipe Caminante del Sol.

Algunos Lunargentinos contemplan el desmontaje con aprensión, somos un pueblo con una trágica y reciente historia, el dolor nos ha forjado en estas últimas décadas y a pesar de la traición de nuestro señor, no hay duda que durante mas de medio siglo su mensaje devolvió la esperanza a un pueblo muy herido y derrotado. Soy amante de la memoria que nos ayuda a aprender de nuestros errores y a recordar aquello que nos marca y colabora en convertirnos en lo que somos. Siempre he considerado una terrible equivocación tratar de sofocar en el olvido épocas pasadas, reescribir la historia solo es una forma de tejer mentiras nuevas y calmar conciencias débiles.

Y en esos y otros pensamientos ando yo empleando mi tiempo ocioso cuando escucho de pronto el fru frú de unas togas muy cerca de mi y al volverme alerta para encarar esa presencia que invade mi espacio personal con tal descaro me encuentro con el fuego intenso de unos ojos verde jade que me observan bajo una frente de astas enjoyadas que conozco bien. Así que no opongo resistencia cuando me toma de la mano y me lleva con paso rápido pero no alarmante a las sombras del uno de los soportales del Sagrario.

Allí no se hacen muchas preguntas pues se considera de buena educación no meter las narices en los asuntos y conversaciones de los demás y precisamente en estos días, el Sagrario es un lugar silencioso y privado. Theron me guía hacia un recoveco entre columnas ornamentales muy cerca de la entrada y me encaja contra la pared con un revoloteo de capa y faldas cerniéndose sobre mi de una forma casi dominante. Cualquiera que nos hubiera mirado podría fácilmente pensar que somos dos amantes que van a entregarse a un apasionado abrazo. Pero como yo soy como soy y me gusta quedar encima en todos los sentidos, me las arreglo para girarnos sutilmente y ser yo quien le encaja a él contra el muro. No llevo mi armadura de combate pero si una ligera cota de mallas bajo la ropa de calle que ofrecerá mas protección frente a cualquier ataque que las togas de seda y brocados de mi interlocutor.

Tsk… siempre pensando como un guerrero, pero bueno, esa paranoia me ha mantenido… iba a decir viva, pero sería incorrecto. Digamos que me ha mantenido en forma todo este tiempo.

Él me contempla un rato un poco mas largo de lo normal, estamos muy cerca uno del otro, mucho mas de lo que se consideraría apropiado para una conversación casual entre conocidos y aunque no nos tocamos el lenguaje mudo de nuestras miradas transmite una bienvenida, aunque algo sorprendente, complicidad.

- ¿Has tenido problemas? – Por su forma de actuar, me parece la pregunta mas lógica aunque prácticamente la susurro.
Él niega levemente pero me responde quedamente a su vez.
- Con mi aspecto y el tuyo no es muy inteligente que nos vean conversar en plena calle.

Un brujo de frente astada y aura vil y una nigromante helada de mirada glacial. No. No pasaríamos precisamente desapercibidos en mitad de la plaza del mercado. En otras circunstancias, al igual que a Theron, creo que se nos daría un ardite, pero efectivamente, los guardias están esperando cualquier provocación para regalarnos demostraciones de fuerza y orden público. Servírselo en bandeja sería estúpido por nuestra parte así que aprecio el sentido común de Theron, aunque reconozco que sabe revestirloo de teatralidad. Me fijo con mas detenimiento en su rostro de facciones andróginas y por fin descubro el rictus revelador en la comisura de su boca, esa sonrisa burlona que indica cierto regocijo interno a pesar de lo serio de la situación.

El maldito no resta importancia a lo que ocurre, pero también le divierte.
- Hueles a nieve, sangre y magia. – su voz se escurre serpenteante tras evaluarme con detenimiento, como si estuviera sopesando algo.
Y tu a vil arcano y a íncubus almizclado. Tengo ganas de responderle, pero me limito a sonreir sin darle la satisfacción. En un mortal esa combinación provoca estímulos primordiales que llevan a la fascinación y a la sumisión embriagada, en mi es diferente, despierta todos mis sentidos colocándome en un estado de alerta que enfrenta el hambre del cazador ante la presa y el instinto de alarma frente al depredador. Teniendo en cuenta mi arraigada animadversión frente a los demonios, Theron supone toda una excepción, me gusta y no consigo encontrar una lógica a ello pues no la tiene, al igual que me ocurrió con Baazel, la personalidad del individuo es mas poderosa que el prejuicio y lo anula, permitiéndome entonces descubrir un alma compleja y atractiva para cualquier mente inquieta.

- Aunque eso suena sugerente, imagino que lo que quieres es hablarme sobre la convocatoria que habéis organizado Ahti y tú estos días. –argumento.
- Veremos si se puede hacer finalmente. La idea es audaz y coherente, pero a las autoridades no les ha hecho gracia que justo en este momento se alcen voces que abogan por aunar luz y sombras.
- No se puede negar aquello que forma parte de todos nosotros. Los excesos son perjudiciales, tanto si se inclinan hacia la luz como hacia la oscuridad.
- Tan solo en la penumbra se alcanza el equilibrio. –asiente.
Theron me mira y humedece los labios con la punta de la lengua, su tono sigue siendo un murmullo.
- Al parecer me están buscando. – concluye al final.
- ¿Para?
- Están interrogando a los brujos y nigromantes, una especie de entrevista para evaluar la “lealtad”.
- Quizá debierais emigrar un tiempo. –sugiero- Hasta que la agitación se calme. –Recuerdo que ya se lo propuse hace una semana.
- No me da la real gana, Crowen.
Me gusta el brujo y se lo confirmo con una sonrisa sincera de conveniencia.
- Si te metes en líos cuenta conmigo, puedo quemar algunos cartuchos aquí en Luna pidiendo favores. Así que no lo olvides. –le ofrezco, aunque se que el tiene sus propios recursos nunca está de mas saber que tienes mas opciones.

De pronto noto que él se tensa y se aleja abruptamente un paso de mi, estableciendo una distancia mas socialmente aceptable entre nosotros. Casi al mismo tiempo siento el cosquilleo y el escozor en mi piel de un aura de Luz. No me sorprende encontrarme con Ahti, o Rodrith como le llaman algunos, al volver la mirada. El imponente elfo dorado de dos metros me contempla ceñudo desde su privilegiada envergadura, algo no muy habitual para mi pues suelo ser mas alta que casi todos los varones sin`dorei.

- Debemos irnos. – le apremia Ahti al brujo con voz seca.

Mis ojos vuelan de Theron a Ahti alternativamente, el paladín sabía dónde encontrarnos. La reacción del brujo me hace pensar por un momento mientras trato de adivinar su significado. Podría ser causada por una jerarquía de mando, la reacción instintiva de un soldado ante la aparición sorpresiva de su superior, pero ellos no me encajan en esa valoración. Theron y Ahti mantienen una relación de igualdad, ambos son dominantes, así que tiene que ser algo mas personal y la explicación mas sencilla es la mas probable. La sensación de habernos sorprendido in fraganti se hace palpable y me pilla de sorpresa, durante mi experiencia con ellos durante la fusión mental comprendí la profundidad de su relación, es algo que no puede definir la palabra amistad, que trasciende el concepto de pareja o compañeros. Siempre he tenido la impresión de que no le caigo muy en gracia a Ahti, y la mirada que me regala no es precisamente amable, le incordia mi presencia pero a estas alturas son reacciones a las que ya estoy acostumbrada así que aprieto la mandíbula y me vuelvo a Theron que le responde con un cortés y tranquilo.

- Ahora voy.
Ahti me mira y se da media vuelta dejándonos de nuevo a solas. En el fondo de mi mente algo se agita, es como el eco de una conversación lejana pero al tratar de enfocarla se desvanece. Theron me coge del brazo, ha vuelto a acercarse a mi y al alzar la vista a sus ojos, su mirada me atrapa.
- Tu se cauta también.
- No voy a plantarme en medio de la ciudad a convocar un ejército de no-muertos ni a pasear al galope en mi destrero espectral por delante de la guardia pero no pienso humillar la cabeza, de la misma forma que compruebo que a pesar de todo sigues luciendo con orgullo tus astas de marfil oscuro, algo que podría considerarse una evidente provocación.
Él me mira y sonríe halagado y bastante pagado de si mismo, es un hombre al que le gusta jugar con fuego hasta superar holgadamente los límites de lo prudente.
- Tengo que contarte algo con tiempo así que volveremos a vernos. –me dice.
- Estaré un par de días por aquí, me están adaptando la armadura nueva. –le informo.
- Entonces ten por seguro que nos encontraremos.
Yo asiento mientras nos despedimos, Theron me suelta mientras me sigue con su mirada.

¿Nunca habéis tenido la sensación al estar con alguien que hay algo importante que deberíais hacer o decir, que hay una oportunidad pasando en ese preciso momento por delante que sólo va a llamar una vez? Bueno, pues en es lo que siento en este preciso instante. Theron me abordó en la calle con intención de confiarme algo que finalmente no ha podido revelar, son palabras que se guardará para si, que no descubriré hasta que se produzca otro encuentro. Hoy han hablado mas nuestros ojos que nuestra voz, y aun asi se han callado muchas cosas pero siento que hay algo que quiero compartir y como soy de las que piensan que en esta vida hay que coger al toro por los cuernos, eso hago… Literalmente.

Luego me tiraré tres días preguntándome por qué lo he hecho, pero espero que él también, así que cedo sin pudor al impulso y llevo mi mano desnuda hacia una de sus astas. Se que no lo siente, pero me da igual, mis dedos buscan la punta y se deslizan suavemente por la superficie lisa y enjoyada de oscuro marfil hasta descansar en la sien apenas unos segundos. Eso se que si lo siente, mis yemas frías en su frente como un trocito de hielo presionado contra la piel caliente. La forma en que nos miramos lo transforma en un gesto mas íntimo de lo que pretendía y percibo claramente el relámpago que cruza el iris de Theron revelando emociones opuestas y contradictorias, supongo que él verá en mi lo mismo.

Y así me despido de él. Con un gesto que sin pretenderlo comienza a ser algo que me define, algo muy mío pues solo a mi se me ocurre regalar una caricia que no lo es.

1 comentario:

Percontator dijo...

¡Por fin! :D
(¿Por qué me dejas sin palabras?)