miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sirkani de Ulfgard (IV) Primeros Recuerdos.

Cuando volví a la abadía él no me preguntó donde había estado, no dijo nada, como si hubieran pasado simplemente unas horas desde que me marchara, y no tres meses. Me sonrió y comenzó a encargarme cosas. Aquél verano se había caído, y le costaba andar. Yo corría de un lado a otro llevándole mensajes y haciendo recados. Comencé a cuidar de él como él había cuidado de mi.
Empecé a pasar los veranos con Aidan en el bosque donde sin darme cuenta, estaba aprendiendo un oficio. Él fue el que me enseño a disparar con arco, a interpretar los signos sutiles del rastreo, a preparar trampas y a evitarlas… otras muchas cosas yo las había aprendido ya en el tiempo que fui loba.
El resto del año lo pasaba en la abadía. Se acostumbraron a contar conmigo de mensajera, y a encargarme tareas que pudiera desempeñar al aire libre. Comencé a cazar y pescar para ellos, lo que contribuyó a alegrar un poco el puchero de los monjes. Y así pasaron un par de años.

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