sábado, 28 de noviembre de 2009

Crowen (XXV) Toque de queda. (2ª parte)

Theron me mira de pronto de esa forma tan particular que estoy empezando a reconocer, sus ojos parecen prendidos en llamas de color jade, le tengo tan cerca que puedo apreciar perfectamente los detalles de su fisonomía, el nacimiento en la frente de los cuernos que le identifican, los anillos enjoyados que los adornan capturando reflejos y emitiendo destellos cada vez que mueve la cabeza. Su rostro es juvenil, casi andrógino, un contraste de claroscuros, de fina piel blanca y cabello tan negro como una noche sin luna. Las runas de verde vil que nacen en su nuca y enraízan por sus mejillas le otorgan un aspecto primigenio y misterioso, exótico, sus rasgos están cincelados con exquisita ambigüedad y obedecen a los deseos de su dueño con asombrosa fidelidad. Se mantiene tan próximo que siento el hálito de su respiración en mi mejilla, en ocasiones, sobre mis labios, no le he invitado a acercarse mas a mi y no he alentado su caricia aparentemente casual, pero tampoco le he rechazado o me he mostrado esquiva. Reconozco que me gusta enviar mensajes ambiguos y esto creo que ha despertado su interés en lugar de desanimarle.

-Sueles hablar de la voluntad con el mismo convencimiento que otros hablan de la Luz. Parece mas un credo que una filosofía. – Su voz hace vibrar el hechizo de fascinación que nos envuelve sin llegar a romperlo, seguimos hablando en susurros.
-Es algo que me define. Mi cuerpo es perecedero, frágil y efímero, mi voluntad es poderosa, fuerte y eterna-dudo antes de hablar sobre mi pasado, mi bizarro aprendizaje… pero luego recuerdo que ya lo atisbamos uno en el otro cuando compartimos el vínculo de la triada.- Todas las enseñanzas de mi padre y mis maestros han tenido como cimientos la disciplina y el tesón, el fortalecimiento de la propia voluntad, necesaria para doblegar, defenderse y caminar por el plano espiritual, para ser capaces de viajar entre dos mundos, para mantener la cordura y la conciencia de uno mismo.
-También los brujos entrenamos nuestra voluntad, es el ejercicio del control de uno mismo lo que nos impide caer presas de las criaturas que invocamos. Aquellos débiles o ahogados en la indecisión no sobreviven. –me apunta él.
-También es necesaria para enfrentarse a la corrupción. –apostillo.
-O para aceptarla y convertirla en parte de ti.- me sugiere burlón.

El sabe por qué lo dice. Es perfectamente consciente de ello mientras el fuego vil recorre abrasador sus venas, es perfectamente consciente mientras siente la sombra enroscarse y deslizarse sinuosa por mi interior. Nos volvemos a quedar prendidos en un cruce de miradas. ¿Qué verá en el azul glacial de mis iris? ¿Frío y oscuridad?¿Noches largas de vigilia?¿El ansia y el hambre infinita que horada mis entrañas y enciende mi pasión? ¿Verá determinación y coraje o simplemente tozudez supina?¿Qué es capaz de ver?

De pronto siento un escalofrío, la sensación de vértigo es fugaz pero muy real. Esa alarma instintiva que resuena en el fondo de tu cabeza cuando te sientes al descubierto. Por un momento he sentido la magia de una extraña sintonía, mi cabeza se ha ladeado permitiendo que mi mejilla roce el interior de su muñeca en un gesto inequívoco. ¿Un descuido? ¿Tan segura me siento? Mi propia reacción me desconcierta, le miro buscando una respuesta y no puedo evitar sentir una leve punzada de irritación al distinguir con meridiana claridad un destello triunfal en el fondo de sus pupilas.

Maldito embaucador. No dejo traslucir nada pero lo pienso. Y seguro que el sabe que lo pienso.
Como si hubiera estado esperando ese momento de pequeña conquista, Theron de pronto se echa hacia atrás y se estira cual gato perezoso.

-Diría que se ha hecho tarde si no fuera porque está amaneciendo.- me dice irónico.
-Si tras una noche en vela nos sorprende el alba es que la velada merece ser recordada.

El sonríe y se incorpora, alisando con estudiado descuido los pliegues de su túnica.

-Buenos días Crowen.
-Buenos días Theron.

Le sigo con la mirada al verle salir, la ciudad y la posada aún dormitan suavemente, y aprovecho para recostarme sobre el diván estirando las piernas. No se si Theron dormirá o se sumergirá en la vorágine de un nuevo día. Yo tengo tiempo, todo el tiempo del mundo. Y ahora voy a dedicar un ratito en privado a rememorar la conversación y todo lo hablado. Deseo fijarlo en mi memoria.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Crowen (XXV) Toque de queda. (1ª parte)

Hace menos de una semana la nueva y flamante guardia del sol de Lunargenta instauró por decretazo el toque de queda en la capital sin´dorei, aliñada además por una serie de prohibiciones orientadas a eliminar cualquier símbolo que nos recordara lo que habíamos sido hasta entonces. Hijos de la sangre, vengadores de nuestra gente y fieles seguidores de Kaelthas, el Caminante del Sol que quiso salvar a su pueblo y a punto estuvo de coronar su total aniquilación.

Si, el velo ha caído y las mentiras han sido desveladas al pueblo, la engalanada ciudad respira otro aire, aunque el perfume y el maquillaje no pueden ocultar el aroma de la sangre que alimenta la tierra bajo sus piedras. Los espíritus de cientos de miles de elfos asesinados hace décadas siguen clamando desesperados ante los oídos sordos de los supervivientes.

Arrancad las estatuas, derribad los símbolos, quebrad los cristales y erradicad a los demonios. Queremos lavarnos, purificarnos, olvidar el odio, purgar el mal… Los Caballeros de Sangre han sido desgarrados en lo mas profundo de su ser, la fuente de su poder ha sido liberada y con ella sus propias almas, muchos han desertado y otros tratan de encontrar hueco en su corazón para esa Luz que calienta y deslumbra y quema y revela verdades que muchos no tienen agallas para encarar.

Estos son los gritos y las consignas que se escuchan estas últimas semanas, los guardias vestidos de oro y carmesí se esfuerzan por mantener el orden mientras los filósofos leen en voz alta manifiestos, los políticos se reúnen tratando de sacar rédito a la nueva situación y en las altas esferas los poderosos forman alianzas e intercambian favores. Habían pasado meses desde la caída del príncipe y es ahora cuando la ciudad comienza a reaccionar, dicen que los elfos se toman los cambios con calma, demonios… menuda calma.

Durante días se suceden las nuevas leyes y decretos, la última está resultando bastante polémica pues afecta a brujos y esbirros y caballeros de la muerte llegados desde el norte en gran masa. Los invocadores de magia vil y los maestros profanos están en el punto de mira. Como es de esperar la censura ha actuado como revulsivo y aunque la mayoría han acatado la nueva ley y apenas se ven demonios pululando junto a sus amos, los brujos parecen haber proliferado como setas y no es raro ver a los aprendices jóvenes reunidos en grupos, incluso en medio de la calle, manteniendo acaloradas discusiones sobre sus derechos y libertades o increpando a la guardia al pasar. La mayoría de las reyertas e incidentes están teniendo mas de anecdótico que otra cosa, pero los ánimos se están caldeando y han saltado a la opinión pública algunos casos de agresiones y abusos perpetrados por radicales.

En medio de esta agitación social me deslizo por las calles de Luna, atenta a los movimientos furtivos y miradas hostiles que genera la presencia de “una no-muerta del norte”. Tenía intención de pernoctar aquí y mientras sopeso si es o no buena idea, me encuentro de bruces con Theron y un forestal que al parecer le acompaña.

- Buenas noches, Theron.
- Buenas noches, Crowen.

Al saludarle no se por qué pero no puedo evitar sonreir, como si bajo el saludo formal se ocultara un doble sentido teñido de ironía. Atrás ha quedado el recuerdo del vínculo que compartimos junto con Ahti y la resaca de recuerdos que ahora dormitan en alguna parte de mi mente, agazapados. Son apenas un rumor entremezclado con los susurros de los espíritus que siempre me acompañan.

Tras unas cuantas frases cordiales me presenta a su acompañante, Oládian, y me explica que andan buscando a un aliado algo díscolo. Al ver que Theron y yo nos enfrascamos en una de nuestras habituales conversaciones, el arquero se disculpa y sigue su camino.

Me sorprendo al ver a Theron increpar con animosidad a un brujo joven, uno de sus conocidos al parecer, que se cruza con nosotros haciendo ostentación de su abisario, aunque sus palabras caen en cabeza hueca y tras aleccionarle sin resultado, decide ignorar al ingenuo rebelde.

- ¿Te preocupa mucho la situación? – le pregunto.
- No es alarmante, pero si hubiera menos idiotas caldeando el ambiente sería mejor. La mayoría de los que están desafiando a las autoridades son aprendices que no han alcanzado siquiera a comprender los poderes con los que pretenden jugar, pero están vendiendo una imagen de frivolidad irresponsable que no nos beneficia en nada a los maestros del Sagrario.

Miro a Theron con seriedad, sus palabras son serenas y lógicas. Parece mas exasperado que alarmado, aunque su semblante se muestra fúnebre.

- Somos un pueblo acostumbrado a lidiar con la sombra, si evitamos caer en el fanatismo las aguas volverán a su cauce. Aunque claro, la masa no se distingue precisamente por su racionalidad.
- Ahí es donde guerreros como tu, como yo, podemos marcar una diferencia, Theron. Sabemos lidiar con ambos lados de la balanza y nos movemos con soltura en la penumbra, donde Luz y Sombra se entremezclan y hacen patente que no pueden existir una sin la otra.

El brujo me observa y sus labios se tuercen en una sonrisa maliciosa, sus ojos se alzan buscando algo a mi espalda y tras un par de segundos de duda señala con su barbilla la entrada de una posada de aspecto lujoso.

- Hay mejores lugares para charlar que las aceras. Y estos son temas que tratar con cierta discreción. ¿Me acompañas?

Asiento con un cabeceo, lo cierto es que me apetece descansar y charlar un rato, estos últimos meses han sido intensos y he estado mas implicada en política que en mi verdadera responsabilidad lo cual, tras varias vidas mortales sigue teniendo en mi un único efecto: frustración y aburrimiento.

Al entrar en la posada Theron echa un vistazo alrededor y frunce casi imperceptiblemente el ceño, el local está bastante abarrotado, casi todas las mesas están ocupadas y el denso y picante aroma de las pipas de agua impregna la atmósfera. Todo parecería normal si no fuera por la ausencia del jolgorio, las conversaciones se mantienen en apagados murmullos y las miradas de desconfianza y resquemor que nos lanzan al entrar no invitan precisamente a encontrarse a gusto. Mi actitud es cuando menos hostil y hastiada, las mismas caras de siempre, las mismas expresiones de siempre, dioses, como detesto la superstición.

- Vayamos arriba, he pagado una habitación.

Theron se planta a mi lado con un par de botellas de vino y una sonrisa sardónica. Por encima de su hombro la posadera nos dirige una mirada maliciosa que sin saber por qué, me irrita. Lo reconozco, soy una mujer orgullosa y no me gusta que me tomen por lo que no soy. Sin embargo eso no me impide tomar la iniciativa y liderar la marcha.

Llamar habitaciones a los reservados de esta posada es cuando menos irónico. Las cortinas son lo suficientemente densas para dar una falsa sensación de seguridad desde dentro, pero desde fuera se perciben en ocasiones siluetas a contraluz y aunque las palabras se amortiguan, el sonido se traslada. Lunargenta susurra y se contonea entre brocados y sedas, envolviendo a sus habitantes en telas traslúcidas e inciensos sugerentes que difuminan la realidad y embotan lo sentidos. A veces me olvido de su poder embriagador, yo misma me abandoné a sus abrazos enjoyados durante una lejana época de mi vida, pero era mucho mas joven y mucho mas débil, y qué demonios, hace ya siglos de eso, ni siquiera existía la cicatriz muerta y las almas que habitaban la urbe eran diez veces mas numerosas.

Traspaso el umbral simbólico del cortinaje y elijo para mi uno de los divanes mullidos y complacientes de la estrecha estancia, Theron ciñe las cortinas tras de si y toma asiento cerca de mi, su expresión es concentrada. Se que ha percibido el ambiente enrarecido de la planta de abajo con la misma claridad que yo.

Se remanga con práctica elegancia mientras escancia el vino en las copas de cristal labrado y cuando deposita una en mi mano se inclina sobre mi y sus primeras palabras son susurradas. Cualquiera que nos viera creería que me está besando, pues permanece tan cerca de mi oído que mi piel helada percibe la calidez de su aliento cuando habla. Me siento conspiradora y la situación a mi pesar me resulta divertida, cuando le miro de reojo noto sus ojos brillar con ese fuego jade que parece habitar inquieto en su interior, espero que no malinterprete mi sonrisa…

- Percibo paranoia. –su voz se desliza oscura entre sus dientes. Está tenso, alterado, aunque no lo aparenta exteriormente puedo verlo tras la máscara.
- Los brujos se muestran en las calles –murmuro- y el miedo en los hogares. Lunargenta aún teme la violencia pero se prepara para ella.

Theron afina los labios y vuelve a mirarme, hablamos en susurros, murmurando… como los clientes de la sala común. En una ciudad donde la gente cree que los velos pueden ocultar secretos… El ruido de una pareja que camina por el pasillo y ríe desinhibida mientras cruza por delante de nuestro umbral nos pone en tensión, esos dos deben ser los únicos inteligentes del local al parecer, cuando sus sombras desaparecen y sus bromas se sofocan me vuelvo de nuevo hacia mi compañero y a punto estoy de dar un respingo impropio de mi cuando siento sus dedos en mi garganta.

Me le quedo mirando un instante, mientras ensayo mi habitual expresión de indescifrable ambigüedad. Mi orgullo prende levemente la mecha que puede encender mi ira. “No se pensará que voy a convertirme en una muesca en su cinturón… porque va listo.” No reacciono al contacto, me ha sorprendido pero descubro que no me molesta, sin embargo no le invito a ir a mas, soy consciente de lo mucho que sabe de mi y yo de él, esta escena no es nueva para él, las remembranzas de decenas de situaciones paralelas titilan irreverentes en el fondo de mi memoria común, pero esto es diferente. Lo que quiero de Theron es lidiar con su mente, no con sus manos.

- El Círculo podría influir para encauzar la situación. – mi voz sigue manteniéndose serena y suave, mis ojos no se apartan de los suyos. Continúo imperturbable. – En el Alba Carmesí hemos recibido ofertas y peticiones, hay intereses tras esta agitación que sospecho se encauzan directamente a sacar beneficio de la crispación social.
- Nada como la amenaza de un peligro para hacer brillar a un posible salvador, ¿eh? –Theron ha captado las implicaciones de mis palabras, sonríe mientras da un sorbo a su vino, meditando. – Empiezan a encajar algunas cosas, desde luego.
- ¿Has sufrido amenazas o avisos… algún contacto?
- Se que la Capitana de la guardia quiere hablar conmigo. Pero solo puedo especular sobre las razones.
- Si quiere hablar es que quiere algo que requiere colaboración, si te considerara un enemigo habría ordenado detenerte.
- O quizá es precisamente de lo que quiere asegurarse. – musita sardónico- Averiguar en el bando en que me muevo.
- Tsk… la conozco, es radical en sus planteamientos y no admite medias luces. – no añado que sea cauto en su posible entrevista, es algo que doy por supuesto que sabe hacer.

Los dedos de Theron siguen deslizándose por mi cuello con la misma cadencia sosegada que impregna nuestra charla.

- Detesto las épocas de superstición y miedo, donde el arte y lo desconocido se tiñe de amenaza y se exacerban los miedos de la masa. He vivido ya tiempos de quema de brujas – chasqueo la lengua con exasperación- y el resultado es siempre el mismo, caos, dolor, miseria y finalmente culpa y vergüenza.
- Para los que sobreviven. - ¿Es amargura lo que siento en su voz o simple cansancio?
- Creo que la mejor forma de acabar con la superstición es hacer de lo oculto y misterioso algo cotidiano y conocido, compartir el conocimiento y desvelar los secretos. La ignorancia es un arma en manos viles, la sabiduría libera el alma y espanta el miedo.
- El conocimiento en manos inapropiadas también es peligroso.

Sonrío y le miro de forma intensa, entramos en uno de mis debates favoritos.

- Esa es una de las frases que mas veces he escuchado como aprendiz y maestra. – apunto. – sin embargo, la experiencia me ha demostrado lo contrario. Un secreto tiene poder, hasta que deja de serlo.

Y de pronto me sumerjo de nuevo en una de nuestras conversaciones sobre deber, saber y equilibrio. Desvelados e inmersos en un intercambio voraz y apasionado que nos acompaña durante horas y horas mas allá de la madrugada. Intercambiamos miradas e ideas, creencias y opiniones. Nos arriesgamos a abrir nuestra alma y dejarnos diseccionar y ser diseccionados uno por el otro, no soy inmune a su discurso y a veces siento inquietud y alarma, otras me retraigo tras una observación especialmente audaz y acertada, no me arredro cuando es mi turno de indagar y estimular. Y la noche va transcurriendo en una pequeña estancia que parece hechizada, mientras enredamos palabras y desnudamos el alma.

- Conocerse a si mismo… -está diciendo él- …mirarse en un espejo que te devuelve una imagen descarnada y cruel de ti mismo, mostrándote como eres, con todas tus debilidades y temores.
- Sólo aceptando la totalidad de tu naturaleza puede uno conocerse realmente. Sin ese conocimiento y aceptación total y plena no podemos enfrentarnos al miedo.
- Hablas de un camino sin dudas, sin fracaso…. –dice él, su mano se ha quedado aferrada a mi nuca, sin forzar la postura, como una marca física que me invita a acercarme.
- Hablo de un camino de superación y continuo aprendizaje, donde el dolor se convierte en nuestro aliado.
- ¿Consideras el dolor algo positivo? – no parece sorprendido por la idea, casi la corrobora en su enunciación.
- El dolor nos hace sentir vivos, nos recuerda que somos falibles y mortales, pero también es un acicate para levantarse y continuar tras cada caída.
- ¿De dónde sacas las fuerzas?

Mastico la pregunta, mi mantra acude a mi boca sin dificultad.

- Es cuestión de voluntad.

…continuará.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Crowen (XXIV) Tríada (3ª parte)

Me recompongo lentamente, ordenando ropas y deslizando los dedos por mi cabello, quiero evitarlo pero no puedo apartar la mirada de ellos. Ahti está repantingado en el suelo apoyado levemente en Theron que le sujeta desde atrás. Me lacera la angustia al sentirme vulnerable. ¿Cuánto han visto, qué han visto?

Ahti me está taladrando con la mirada, sin embargo no siento hostilidad en su actitud mas bien… ¿sorpresa? No estoy segura y no estoy en condiciones de arriesgarme a interpretar… o tal vez si. Dioses, de pronto soy consciente de lo mucho que se sobre él, sobre su vida sobre sus elecciones, sobre el camino que ha elegido y las acciones que le han forjado. Me he mirado en un espejo y he visto mi reflejo. Theron me contempla… ¿risueño? El maldito no parece afectado ni lo mas mínimo, realmente le siento… ¿satisfecho? Me mira con un cierto aire de complicidad, como si compartiéramos un secreto que escapa al conocimiento del resto de presentes… ¿un secreto? ¡Demonios, ha debido verlos todos!

Calma. Tranquilidad. Control. Me concentro en pacificar mi alma turbulenta y aplacar la histeria. Siento como la capa de hielo con que me visto comienza de nuevo a cubrirme a modo de coraza, encerrando el fuego iracundo en mi interior.

Ahti ha desnudado su muñeca y Theron la ha cubierto con sus labios, por un momento siento mi propio hambre despertar. El elfo de mirada esmeralda me observa mientras se alimenta sin ocultarme lo mucho que le estimula hacerlo, sin embargo no es sangre lo que ingiere sino puro maná y energía. Me contempla con cierto aire divertido bailando en sus pupilas, no quiere perderse mi reacción, me observa, al igual que Ahti, haciéndome sentir objeto de curiosidad y estudio. ¿Serán capaces de intuir lo que estoy pensando ahora mismo?

Siento hambre, si, deben verlo reflejado en mi expresión y mi cuerpo, y me gustaría devorarles. Pero ellos creo que saben y yo lo sé, que no lo voy a hacer.

- Nos han vapuleado. ¿Qué era lo que nos atacó? – Ahti tiene la voz algo pastosa, cansada, aunque algo me dice que el drenaje al que le somete Theron le resulta agradable.
- Parecía mas una conciencia viva que una defensa programada para reaccionar. –apunto yo, agradeciendo la oportunidad de centrar mi mente en algo ajeno a mi violenta tormenta interior.
- Al menos ya sabemos que detrás del estado de Rashe hay un cabronazo responsable. Si es un tipo de carne y hueso se le puede golpear, derrotar y desmembrar. – Ahti está cabreado, pero al tener mas idea de a lo que se enfrenta se siente mas centrado.
- Pero necesitamos respuestas. Los Lobos ocultan detalles, son demasiado herméticos. –Theron separa su boca del brazo de Ahti y se acomoda en contacto con él. Su actitud y postura corporal me hablan de una gran confianza entre ellos.

Dialogamos un rato sobre pros y contras y aquello que saben, que es escaso, sobre lo que aconteció hasta el coma de la forestal. Especulamos sobre posibles interpretaciones a nuestra experiencia psíquica, dilucidando sobre el significado del ataque y lo que cada uno ha percibido. Finalmente terminamos siendo conscientes de caminar en círculos y el agotamiento hace mella.

Los tres somos conscientes de lo que ha ocurrido, sabemos que debemos despedirnos pero aunque tampoco queremos profundizar en ello no queremos marcharnos sin dejar algo claro. Casi hablamos a la vez cuando yo me incorporo para irme.

- Lo que has visto… -empieza Ahti.
- Seré discreta, lo que he visto y sentido quedará entre nosotros.
- Lo mismo por nuestra parte. – confirma Theron que sigue observándome de una forma particular que lejos de inquietarme despierta en mi una sensación desafiante carente de hostilidad y si interés.

Somos realmente tres extraños que han compartido algunos de los secretos mas profundos de su alma. No. No somos extraños. Ya no podemos afirmar eso. El enlace se ha desintegrado pero las memorias permanecen enredadas en mi, me han dejado la mente y el alma en carne viva. ¿Ha sido un error? ¿Se convertirá en un error? Tengo que serenarme, pensar, curarme. Llevo arrastrando meses la dolencia de mi memoria fragmentada, el elixir y la intromisión de Baazel me devolvió la parte que había perdido, pero no me sanó. ¿Cómo demonios voy a lidiar ahora con los recuerdos de dos vidas mas sumadas a la mía? Y no dos vidas cualquiera, demonios, sus experiencias rivalizan holgadamente con la intensidad y complejidad de la mía. Me despido y salgo de la habitación cerrando la puerta a mis espaldas. Unos cuantos puentes de madera después y un millar de pasos por pasadizos húmedos y malolientes mas tarde consigo salir a la luz.

Agito la cabeza e inspiro profundamente al sentirme al aire libre. Necesito meditar, necesito purgarme, necesito orden, necesito… lo que necesito es sangre.

Quizá sea una oscura nigromante no-muerta y médium bastante poderosa y un pelín siniestra cuando me lo propongo, pero bien saben los dioses que da igual que seas avatar o demonio o mortal, las cosas se ven mejor tras una buena comida y algo de descanso. El simple hecho de llamar a mi montura y lanzarme a la caza de un dragón ya me hace sentir mejor, cuando el aire de las cumbres tormentosas me recibe con cristales de hielo y viento afilado golpeándome la cara me siento como en casa. Aún no he localizado mi presa y ya he tomado una decisión. No se lo que me depara el futuro, y tras una vida mortal conociendo el día exacto de mi muerte descubro que la incertidumbre es un alivio. Ignoro que va a ocurrir, algo en mi alma me dice que lo que hoy ha acontecido ha marcado en mi vida un antes y un después. Me es indiferente, sea lo que sea lo que vaya a suceder lo enfrentaré como siempre, sin temor ni arrepentimiento, con voluntad y determinación .

Hoy he aprendido una lección muy valiosa. Algo que había olvidado por completo. Vuelvo a rememorar el momento en que Theron y Ahti se buscan y apoyan mutuamente en medio del peligro. En esta ocasión he sido una espectadora, pero no voy a olvidar la sensación.

¿Cuánto hace que yo no confío así en alguien?


Crowen (XXIV) Tríada (2ª parte)

- Entonces formaremos una tríada y entraremos juntos.
- ¿Cómo lo haces tu, Crowen? – la voz del brujo se desliza serena entre sus labios, me mira de forma intensa.
Me adelanto hasta colocarme entre ellos y les tiendo las manos.
- El contacto físico facilita el proceso, aunque no es imprescindible. – Ahti accede algo renuente, sin embargo Theron entrelaza su mano en la mía sin vacilar. – Sentiréis un roce extraño en vuestra mente, no os resistáis, he hecho esto antes y si nos armonizamos satisfactoriamente no habrá problemas. Seré respetuosa con vuestro recuerdos y pensamientos mas profundos y mantendremos el enlace a un nivel superficial, sin embargo no sabemos lo que vamos a encontrar ahí dentro, así que estad preparados para improvisar.

Algunas de mis observaciones son obvias, pero mientras hablo modulo suavemente mi voz, dotándola de un ritmo particularmente hipnótico… relajante.
- Concentraos en vuestro cuerpo, visualizaos sumergidos dentro del agua, agua cálida y transparente, que tonifica el cuerpo y lo relaja, desentumece los músculos y nos mece suavemente. – Yo misma me entrego a la visión, aunque hace años que dejé de necesitarla para proyectar mi mente fuera de mi cuerpo y trastear con ella en mentes y lugares ajenos.- Ahora vamos a emerger… pero vamos a emerger livianos, ligeros… y nos vamos a buscar…
Suspiro cuando siento como mi mente se desprende y se eleva, fuerte y consciente hacia el reino de la voluntad, extiendo zarcillos que tantean a mi alrededor, rozando suavemente las conciencias de Theron y Ahti, ellos me buscan a su vez y tras unos minutos que se me antojan eternos, nos entrelazamos.

La mente de Theron es sinuosa e insinuante, curiosa e intrépida, se enrosca y desliza traviesa e inquieta a nuestro alrededor. La de Ahti es electrizante, bulle cargada de determinación y fuerza. No se como percibirán ellos la mía. Tras dedicar un mínimo de tiempo a armonizarnos y acomodarnos todo lo posible en estas circunstancias concentramos nuestras voluntades en un objetivo: Rashe.

Tú la conoces mas Ahti, los lazos que te unen a ella son los mas sólidos, considero conveniente que lleves la iniciativa, nosotros te prestaremos nuestra energía y fuerza.

Es lógico.

Está bien.

Trato de mantener la calma y mis defensas mentales levemente alzadas, lo suficiente para protegerme ante lo inesperado y evitar filtrar mis recuerdos en memorias ajenas, pero no demasiado como para interferir en el enlace.
Ahti se adelanta y comienza a tantear a Rashe, la llama con delicadeza al principio, mas enérgicamente después. El espíritu de Rashe parece vagar perdido en las nieblas de un sueño profundo, lejano. Tengo la sensación de que se aleja de nosotros cuanto mas tratamos de acercarnos.

Trata de tirar de ella. Atráela como se atrae un pez con una caña.

Siento como Ahti tensa los músculos de la mandíbula, estamos tan concentrados que empezamos a invadirnos demasiado. Normalmente se necesitan sesiones y sesiones para alcanzar tal grado de comunión en un enlace, a veces incluso años de entrenamiento y dedicación, no es nada habitual fundirse tan profundamente con alguien que apenas conoces, por mucho que confíe en ellos, somos aliados, no amigos íntimos. Me siento algo incómoda, percibo claramente las hebras de Ahti y Theron entremezcladas con las mías, nuestras conciencias filtran sensaciones y recuerdos de forma progresiva, como arena fina deslizándose entre los dedos. Mi instinto me sugiere romper el enlace pero estamos acercándonos y no soy ninguna novata, confío en mi capacidad como médium para poner orden si las cosas se tuercen.

De pronto el lento pero pausado avance se interrumpe bruscamente. Nos hemos topado con un muro, un muro hostil e impenetrable.

¡¿Qué cojones?!

Paladeo la ira de Ahti cuando esta se inflama, Theron reacciona de forma empática contagiándose a su vez de indignación. Por un momento me siento tentada de dejarme llevar, la cólera y yo somos buenas amigas pero eso implicaría profundizar aún mas y ya estamos demasiado fusionados ¿son ellos conscientes de lo que está ocurriendo? Da igual, me esfuerzo en mantener un estado de fría concentración, Ahti ha reculado instintivamente y Theron le ha alcanzado enseguida, están concentrados en el obstáculo, yo aprovecho para expandir mi mente y proyectar una barrera envolvente. Si hay un muro seguro que hay protecciones o defensas.

Cuidado. No sabemos que está sellando su memoria. Si es algo creado por ella misma debemos proceder con delicadeza o haremos mas mal que bien. Si es un sello impuesto por un tercero…

Puede ser hostil.

Muestro mi conformidad con la observación de Theron.

Los muros o se sortean o se derriban. Vamos.

Ahti tira de nosotros inconscientemente, lo que vuelve a reafirmar mi sospecha, estamos demasiado entrelazados, nos movemos en armonía como un banco de peces nadando en el mar, una danza sinuosa en la que cada uno ocupa instintivamente su posición y acepta su misión, su lugar. Ahti es la punta de lanza, yo presto fuerza y protección, Theron emana fuerza y nos mantiene unidos, al tiempo que nos deja espacio para fluir. No hemos hablado de ello, no lo hemos planificado, simplemente, ha surgido de forma natural.

Nos acercamos en perfecta coreografía mientras vuelve a mi mente la imagen del banco de peces. Exploramos y tanteamos, el muro psíquico parece extenderse en todas direcciones, como si se tratara de una esfera de ilusión infinita, parece que te desplazas sobre su superficie sin embargo permaneces en el mismo lugar porque el punto donde tanteas se mueve y desplaza contigo. Sea quien sea quién ha encerrado la conciencia de Rashe es un maestro mentalista cuyo arte supera incluso al mío.

Ahti sigue alimentando su rabia, empieza a contagiarnos a Theron y a mi, el problema de la rabia estriba como en el plano físico, en que aumenta considerablemente tu fuerza, pero te deja expuesto.
Vamos a horadar la barrera.
Si no se puede sortear, solo queda atravesarla. Hemos explorado la superficie sin encontrar ninguna fisura aparente así que vamos a taladrar nuestra propia entrada, tampoco nos hemos topado con resistencia activa aparente. Sólo nos queda tomar la iniciativa.

Los tres nos concentramos en el mismo punto, hay muchas formas de debilitar las defensas psíquicas de una persona y un buen mentalista sabe que debe adaptarse a la situación. Las defensas pueden ser de muchos tipos, a veces toman la forma de un mar infinito que hay que franquear, otras veces un bosque laberíntico, un banco de niebla o incluso un monstruo al que hay que derrotar. El mentalista se adapta a cada escenario y debe visualizar y encontrar una solución acorde con el reto presentado. Rashe está encerrada dentro de un muro insorteable, así que solo nos queda como posibilidad romperlo.

Ahti golpea conmigo mientras Theron impide que vuelva a regenerarse, una vez mas no hemos necesitado ponernos de acuerdo, cada uno ha ocupado su lugar y ha tomado su rol de forma instintiva, y está funcionando.
Siento el muro fisurarse bajo golpes contundentes de Ahti y cortes míos de afilado punzón, Theron es el viento que se lleva la gravilla y erosiona la grieta abierta… y horadamos horadamos…

Hasta que de súbito llega el ataque.

Nos golpea sin previo aviso, con inesperada brutalidad y potencia. El equivalente a un buen gancho de izquierda en la nariz seguido de un puñetazo en la boca del estómago, nos aturde y nos corta la respiración, fragmentando nuestra concentración y tensando violentamente las hebras de nuestro enlace.
Ahti reacciona con rabia recuperándose casi instantáneamente, yo trastabillo un poco pero me alzo de nuevo erigiendo de nuevo mis defensas, sin embargo siento la presencia de Theron desvanecerse, le han alcanzado de lleno. Mastico mi frustración, el que nos ha atacado no es ningún novato, ha golpeado donde mas daño podía hacernos, Theron era nuestros cimientos.

Está casi inconsciente, herido y magullado. Hay que desprenderle, protegerle, mi experiencia me grita que la mejor manera de proceder es empujarle de vuelta, dejarle a salvo y sin pensar demasiado, actuando por instinto, quiero dejarle caer, que vuelva a su cuerpo… pero mientras yo suelto mi mano Ahti hace lo contrario. A pesar de sentir lo mismo que yo, no trata de sacarle del combate, tira con fuerza y determinación de él, lo acerca a él volcando gran parte de su energía en su compañero, la luz y la voluntad de Ahti irradian el espacio restaurando y fortaleciendo. Por un momento no lo entiendo, debería usar esa energía para atacar y defenderse, yo me vuelvo hacia nuestro agresor totalmente alerta, todas mis alarmas internas gritan insistentes: Alza barreras, golpea, aturde, distrae, céntrate en tu enemigo, posiciónate. No es algo en lo que tenga que pensar, es como adoptar una postura de combate o guardia, lo tienes tan automatizado que tus músculos responden antes incluso de generar la orden en tu cerebro. En un combate psíquico, acción y pensamiento son uno, no ha pasado tiempo, ni siquiera un segundo desde que la embestida nos derribara y ya estamos otra vez al acecho. Ahti ha conseguido hacer reaccionar a Theron en un derroche de voluntad y fortaleza, yo tiro de ambos enlaces y trato de reforzarlos pero hemos perdido el ritmo, no estamos sintonizados. Cuando nuestro adversario vuelve a volcar su atención en nosotros, nos vemos obligados a recular tras su embate, quizá pudiéramos resistir, pero no estamos en condiciones de responder o plantarle cara.

No necesitamos mas que un cruce de pensamientos para llegar todos a las misma conclusión, hay que saber cuando retirarse para poder regresar otro día. Nos blindamos estrechando la fusión y orientamos todas nuestras defensas hacia el exterior, es una situación de emergencia y reaccionamos de forma instintiva protegiéndonos unos a otros. Las barreras de discreción, que nos habían mantenido a salvo de filtraciones no deseadas entre nosotros, se disipan como paredes de papel en medio de un huracán. De pronto mi memoria ya de por sí frágil y dañada comienza a absorber recuerdos y experiencias ajenas en un torrente imparable. Si hubiera estado en plena forma estoy segura de que podría haber lidiado con esa invasión no deseada ni buscada, pero la profundidad del enlace que estamos manteniendo, el agotamiento y la necesidad de volcar las defensas hacia el exterior hace casi imposible ponerle freno al intercambio. En cualquier otra circunstancia, mentes extrañas se encuentran protegidas de forma natural, mas que todo porque se necesita entrenamiento durante años para alcanzar este nivel de comunión. Es como cuando te presentan a alguien, sueles empezar con un saludo cortés y una actitud medianamente distante que vas limando a lo largo de encuentros, conversaciones y el roce de cierta rutina, con tiempo y empatía puedes ir forjando una relación de amistad y confianza y quizá hasta de afecto. Los enlaces mentales funcionan igual, puedes establecerlos, pero empiezan siendo como un fino hilo de seda que apenas te permite ser consciente de la otra persona, filtras pensamientos conscientes pero no puedes escarbar en su mente hasta que la unión se afianza, el hilo se convierte en hebra y la hebra en un vínculo que te mantiene fusionada constantemente, permanentemente, compartiendo emociones, sueños, experiencias, sensaciones… puedes paladear los sabores que la otra persona degusta, sentir en tu propia piel el frío cortante del aire o incluso la caricia de un amante. ¿Pero quién está dispuesto a mantener ese nivel de profunda confianza? Buscadme voluntarios y descubriréis que casi no hay personas que estén dispuestas a renunciar en tal grado a su privacidad.

Y ahora lo estoy sintiendo, lo estoy compartiendo. Me invaden los recuerdos de Theron y siento la pulsión y el sentimiento en mi pecho al contemplar el recuerdo de una muchacha de belleza etérea y frágil de dedos pequeñitos y delicados que me mira y se convierte en alguien muy importante para mi. Y siento la pasión y la tristeza, la culpa y la añoranza y el regusto amargo de la pérdida. Recuerdo miedo y terror y oscuridad, el veneno en la sangre y en el alma, me invade el dolor y creo que va a consumirme… pero entonces el hielo se derrite en mis venas y me envuelve el calor de una luz que caldea y reconforta, que envuelve y chisporrotea, y la piel pálida y cubierta de runas glaucas de mis manos se oscurece y se vuelve curtida, y siento las palmas ásperas y fuertes que a su vez alzan una niña rubita entre mis brazos, y se que su nombre es Elive y de pronto deseo que el recuerdo sea mio y lo afianzo, porque me he enamorado de esa mirada inocente y la risa infantil que escapa salvaje de un alma inocente, y no hay nada que pueda competir con esa sensación de plenitud, ni el dolor sordo de las cicatrices del alma o el cuerpo, ni la agonía de la pérdida o el peso de la culpa, siento la melancolía del espíritu lacerado de un soldado, pero su corazón es como el mío. Es un viejo compañero lleno de heridas que no sanan y que no deseo que sanen, porque puedo vivir con el dolor y el dolor me hace sentir viva y me recuerda que soy capaz de sentir y amar y odiar y llorar y perdonar e ilusionarme y confiar. Porque lo que no nos permitimos sentir es miedo.

Porque sabemos que hacemos lo que debemos hacer. Y somos capaces de vivir con ello.

Y por encima de recuerdos y memorias ocultas, de sentimientos y experiencias compartidas, visualizo el vínculo entre Theron y Ahti, vibrante y poderoso, tan profundo y vital que funde sus almas hasta no ser capaz de distinguir donde empieza uno y acaba otro, y mis pensamientos vuelan hacia Valdor y la unión de ellos se refleja en el vacío que ha dejado en mi la ausencia de mi consorte. Y entonces recuerdo como Ahti ha acercado a Theron en un momento de crisis y peligro, prefiriendo tenerle cerca antes que alejarle y comprendo que manteniéndole junto a él le ha protegido y se ha protegido a si mismo, que ha confiado en su fortaleza y su fé ha obtenido recompensa y la energía volcada en el brujo le ha sido devuelta, ambos se han hecho mas fuertes, juntos. Incluso en un momento como este soy plenamente consciente de lo sucedido, yo siempre trato de proteger a mis seres querido alejándolos de mi, trato de protegerles manteniéndoles al margen. Por eso estoy sola y me mantengo aislada. Ellos lo ven en mi, soy dolorosamente consciente de que están viéndolo en mi. Y comprenden demasiado bien. Es demasiado. Sabemos demasiado. Mis secretos están quedando al descubierto, mi vida mi naturaleza, Valdor, mi hambre, la existencia del Libro de Sangre, mis deseo y anhelos, todo mi ser.

No sé si he gritado, no sé si ellos han gritado. No sé si se han derrumbado o se han sentado, abro los ojos y me encuentro en el suelo, tengo la falda enredada en las piernas y el cabello me cae sobre los ojos, he debido golpearme contra las tablas porque me duele un hombro y la cadera, pero no lo recuerdo. Nos miramos, jadeantes, con los ojos abiertos y la mente dolorida, noto como recogen hebras desenredando un enlace que ha ido demasiado lejos, que ha sido demasiado invasivo, nos hemos expuesto imprudentemente unos a otros, sobre todo yo a ellos, ellos a mí.

Continuará...

jueves, 12 de noviembre de 2009

Crowen (XXIV) Tríada (1ª parte)

He llegado pronto. Quizá de forma inconsciente he preferido adelantarme para así tener la oportunidad de examinar con cautela el lugar. No es la primera vez que estoy en la Taberna de los Cuervos, un local de mala reputación escondido en las tripas de las cloacas de Dalaran, nido de criminales y personajes oscuros y uno de los pocos lugares donde no importa lo siniestro, peligroso o misterioso que seas, nadie hace preguntas ni espera respuestas.
He prescindido de la armadura, en este antro calzado sobre pilotes de madera, las tablas del suelo son traicioneras y las pasarelas cuando menos, inseguras. Un paso en falso y uno termina siendo la cena de los depredadores que nadan en las turbias aguas bajo nosotros, y no, no son leyendas, puedo jurar haber visto la aleta dorsal de un tiburón de considerable tamaño cortar la superficie del agua mientras me dirigía aquí haciendo equilibrios sobre los puentes de estrechas tablas.

El lugar huele a moho, alcohol rancio y sudor multirracial. En un lugar donde taurens y draeneis se emborrachan juntos y comparan hembras cornudas con hembras cornudas, se puede esperar cualquier cosa. Pero por debajo del tufillo familiar que impregna la añeja taberna puedo percibir otro no tan habitual, el de la magia. Dicen, cuentan, se rumorea… que los vertidos en las cloacas incluyen restos de experimentos fallidos, alquimias experimentales y residuos de todo tipo provenientes de las escuelas de magia de Dalaran. Esa historia ha engendrado las mas pintorescas anécdotas y es madre de los mitos locales sobre las cloacas, donde se habla de mutaciones extrañas, criaturas imposibles y gente que se convierte en insectos multicolores. Sinceramente, para mi que la cerveza negra que sirven aquí tiene mas culpa en el origen de tales cuentos que las aguas contaminadas.

Llevo un rato esperando y finalmente he pedido una copa de vino tinto, uno puede ser todo lo siniestro que quiera, pero tienes que pedir algo de beber si quieres ocupar mesa. No puedo evitar sonreír, hay ciertas cosas que no cambian y para alguien longevo como yo, sigue siendo reconfortante.
No tengo que esperar mucho mas, dos sorbos de vino espeso mas tarde el par de elfos al que espero hace su entrada en el local.

El sin`dorei rubio es bastante alto y corpulento para nuestra raza, su constitución parece mas propia de un elfo de la noche y posiblemente podría hacerse pasar por uno puesto que sus ojos relampaguean dorados y no glaucos como es habitual entre nosotros. Sus movimientos son engañosamente contenidos, me recuerdan al andar elástico de los grandes felinos… o de los osos. Cualquiera con algo de mundo identifica en él un guerrero acostumbrado a manejar armas pesadas y armaduras de placas, sin embargo, Ahti, es mucho mas. El elfo emana Luz y calor, no es una luz visible y ostentosa, es el aura sutil e invisible que le acompaña y le arropa, seres como yo la sentimos con total claridad, al igual que soy consciente de la sombra helada que él debe percibir en mi.

Theron es su opuesto y a la vez su complemento, no se exactamente por qué tengo esa sensación, pero es algo de lo que no puedo desprenderme desde que les conozco. El brujo me mira y sonríe, travieso, estoy aquí por él, eso es evidente, él me convocó y aunque noto que Ahti está al corriente su expresión adusta me informa que no se siente muy cómodo con mi presencia. Interesante. Theron es mucho mas bajo que su acompañante y al incorporarme quedo a su altura. Los ojos de un verte profundo y brillante, los cuernos enjoyados que nacen de su frente, las runas glaucas que escarifican su piel visible y el aroma almizcleño y místico que arrastra consigo hacen imposible que oculte su naturaleza sangrevil. Elfo, mortal, demonio… todo y a la vez ninguno realmente. Como yo, Theron es una criatura única en su especie y tan imposible de catalogar como yo misma.

- Espero que no lleves mucho esperando- Me saludan con formal cortesía, Ahti algo mas distante, Theron disfrutando con la situación.
- Lo suficiente. ¿Me ponéis al corriente?
- Subamos. –Indica Ahti cortante. Se le nota tenso, sea lo que sea lo que ocurre, le afecta mas a él que a su amigo.

Los tres ascendemos por las escaleras que llevan a las habitaciones superiores, las tablas del suelo rechinan de forma amenazadora bajo nuestro pie… y algo mas quejumbrosas bajo la bota de Ahti. El sin´dorei de ojos dorados lidera la breve marcha y tras franquear la tercera puerta del pasillo nos invita a pasar.
En la modesta habitación descansa sobre la cama el cuerpo inerte aunque vivo de una muchacha elfa, los rasgos de su cara son afilados y están marcados por el carácter y la vida al aire libre, percibo el olor a leña en su cuerpo, el aroma del acero y el tufo del lobo. Una forestal con toda seguridad.
En la estancia dormitaba un tauren de aspecto hosco que se levanta con un crujido al entrar nosotros y tras intercambiar un par de gruñidos con Ahti desaparece cerrando la puerta tras de si.

- Ella es Rashe. –Ahti hace las presentaciones de forma escueta. A pesar de las piezas de armadura ceñidas con cuero y correas a su cuerpo puedo percibir las líneas de tensión en su postura, la mujer es importante para él, o… le miro mejor… ¿nostalgia? O lo era. Reconozco ese sentimiento, lealtad vieja y recuerdos amargos que se entrelazan, si, lo reconozco, mi alma está también llena de ellos.
- Algo la mantiene en ese estado de sueño profundo, los médicos y curanderos han descartado una afección física, así que solo nos queda su psique, lo que sea que la mantiene postrada mantiene su mente sellada, atrapada. –El elfo termina su exposición volviéndose a mirarme, sus ojos relampaguean al cruzarse con los míos.- Theron afirma que puedes ayudar.
- No es la primera vez que me enfrento a una situación semejante. – Confirmo.- Estás proponiendo ir a buscar su espíritu directamente al plano astral. ¿Habéis participado antes en algo así?

Ambos intercambian un gesto cómplice y me regalan una mirada teñida de suficiencia, como si aquello fuera el pan de cada día. Saben perfectamente a lo que vienen y yo también, me he comprometido a ello y ahora no voy a echarme atrás. Mi padre habría opinado que algo así es imprudente y muy arriesgado, pero hoy me siento intrépida.
 
Continuará...

lunes, 9 de noviembre de 2009

Lobasombra (I) La Huída.

-Espabila, Loba.
La niña , condicionada por años de ligero despertar, apenas tardó un segundo en enfocar la vista y tensar el cuerpo. A su alrededor el bosque dormía en penumbra, la niebla envolvía árboles y arbustos como un tétrico sudario, nada se movía, nada respiraba… los sonidos llegaban amortiguados por la onírica atmósfera en forma de ecos dispersos y desorientadores.
La pequeña elfa se arrebujó en su capa de fina lana, su piel, de un blanco espectral refulgía cubierta de humedad, sus ojos brillaban etéreos. En contraste, dos marcas alargadas de ceremonial rojo sangre atravesaban como dagas su rostro rebosante de juventud, enmarcado a su vez por una abundante melena de cabello purpúreo.

Aguardaba expectante mientras su madre, oscura y silenciosa permanecía atenta, escuchando el latido del bosque.
-Se están acercando, debemos movernos. ¿Puedes andar? –La elfa adulta miró a su hija, su rostro afilado y aristocrático estaba marcado por líneas de tensión, su cabello oscuro y denso caía sobre su espalda recogido en una trenza de intrincado diseño, sus ojos observaban salvajes, depredadores.
La niña elfa se incorporó con precaución, procurando no hacer ruido, le temblaban las piernas.
-Estoy débil. –Murmuró. Nada de heroicidades, información precisa y necesaria.
La elfa adulta echó mano a su cinturón del cual pendía una estrecha faltriquera, sus dedos encontraron rápidamente el pequeño vial. Sin mediar palabra vertió su contenido en la boca de su hija, relamiendo ella a continuación los restos adheridos a la superficie del pequeño contenedor.
-Ah… -La niña ahogó un gemido mientras el elixir se derramaba en su garganta, apenas instantes después, un fuego abrasador prendió en sus entrañas extendiéndose a continuación en agónicas oleadas por sus extremidades, sus piernas y brazos se congestionaron mientras su espalda se arqueaba tratando de dominar el brutal impacto de la droga en su menudo cuerpo.
-Vamos Loba. Sobreponte, debemos correr. –La voz de su madre era suave y enérgica al mismo tiempo.
-Ya voy, Jade. –La voz de la niña, trémula, no estaba exenta de fuerza y determinación. La elfa sonrió, orgullosa.
- Haremos como siempre, yo corro delante, tu detrás a seis pasos, si tropiezas no grites, yo te esperaré, pero procura no hacerlo, un tobillo torcido nos pondría las cosas demasiado difíciles, así que mira donde pisas, este bosque es una trampa de raíces y rocas de musgo, presta atención a tu senda.
La mujer miró a su hija, no permitiendo que ella viera compasión en su mirada.
-¿Recuerdas las señales? –Preguntó Jade, aún sabiendo de antemano la respuesta.
La niña las enumeró mientras su mano acompañaba con el mudo gesto correspondiente a cada una.
-Mono, trepo a un árbol y aguardo, Serpiente, busco refugio a ras del suelo y aguardo, Zorro, sigo corriendo en línea recta hasta contar cien y aguardo, Nutria, sumergirme y aguardar, Ciervo, detenerse y guardar silencio, Gato, emboscada o peligro inminente, a tu espalda y atenta.
La elfa asintió satisfecha.
-Déjame ver tu herida. –Pidió a continuación.
La niña se descubrió el hombro izquierdo y mostró la cicatriz aún tierna que brillaba rojiza sobre su pecho. Los dedos de su madre la rozaron, temerosos, en su boca se dibujó una mueca desagradable preñada de odio.
-Tu padre es un genio, Loba. Digan lo que digan de él, te amaba, recuérdalo siempre. –La elfa miró intensamente a su hija de piel argéntea, la noche anterior un ciclo de satisfecha complacencia había acabado para ella. El odio había reclamado una vez mas a su sierva, y ella se había entregado exultante a la mortal y sedienta danza de sus espadas. Había sido una madrugada sangrienta, dantesca, macabra… ahora, de nuevo exiliada, con su hija malherida y el corazón dividido, emprendía un éxodo de destino incierto. Trágico sino era el que la diosa había elegido para ella. Jade alzó la vista, tratando de vislumbrar a Elune a través de aquella niebla ajena, pero la dama había vuelto la mirada negándose a reconocer a su transgresora hija.
-Vamos. –Sentenció con dureza. - La muerte nos rastrea.
Ambas recogieron sus capas y ciñeron sus botas de cuero flexible y suela rugosa, cargaron sus ligeras mochilas y las ajustaron para no entorpecer el movimiento, Loba se trenzó el cabello y comprobó que nada la estorbara. A una señal de su madre, comenzó la carrera.
Madre e hija se deslizaron en loca huída por el bosque de las tierras fantasma. Jade abría el camino, salvaje, intrépida. Aunque acostumbrada a desenvolverse en cualquier terreno y ambiente, el bosque era su dominio, daba igual la forma con que se disfrazara, verde y frondoso al sur de la capital humana o tétrico y lánguido como el que ahora atravesaban.

Loba la seguía sin aparente sobresfuerzo, el elixir bombeaba energía a sus piernas y corazón permitiéndole seguir el ritmo impuesto por la elfa adulta. Su vida también había sufrido un cisma. Hacia unas noches era simplemente la hija ilegítima de un hechicero poderoso, gozaba del reconocimiento de su padre y del afecto de su madre, disfrutaba de una educación privilegiada y los lujos que su posición conllevaban. Su mente, afilada y despierta, se había concentrado desde hacía tiempo en desentrañar los secretos de la alquimia, la taumaturgia y la demonología. Era una alumna prometedora y a pesar de su reclusión, podía considerarse feliz. Pero su existencia, cuestionada desde su nacimiento, era un insulto para muchos, su herencia fue su perdición. Sin detenerse, su mano cubrió protectoramente la cicatriz de la letal herida que aún pulsaba sordamente en su pecho. Le dolía el corazón. Le dolía el alma. Loba apretó los dientes y despejó las lágrimas, no era momento para rendirse a la autocompasión, era tiempo de elegir vivir, luchar y ganar.
Su padre era intocable, no temía por él, de hecho, sabía que sus enemigos estarían ahora mismo aterrorizados, al menos los que seguían con vida tras encontrarse con la venganza encarnada en su madre. Pero su concubina y su hija bastarda eran una presa fácil y un eslabón frágil. Jade no permitiría que eso ocurriera.
Sus padres compartían un vínculo pasional que trascendía el significado del romance, unidos a un nivel incuestionable por lazos solo entendibles por ellos mismos, compartían un objetivo superior. Aquella separación era necesaria, Loba sabía que ambos lo lamentaban, pero eran demasiado decididos para permitir que el sentimentalismo se impusiera a su lógica.
Loba los admiraba.

La niebla se despejó levemente al llegar al río. El sonido de la corriente llegaba ronroneante hasta sus oídos, Loba aspiró profundamente el aire cargado de humedad y sintió hambre.
Su madre se detuvo dibujando el gesto del Ciervo, Loba se paró en seco y aguardó controlando su respiración para no emitir jadeo alguno.
Jade inspeccionó la ribera y escrutó las sombras y arbustos circundantes, su oído y vista eran agudos y estaban entrenados. Tras asegurar la zona, saltó ágilmente a una roca en la orilla del río, Loba sabía que no tardaría en volver con su pesca. La niña se agachó y sacó de su mochila una cajita de sal especiada, picante. No sólo sazonaba el pescado, ayudaba a digerirlo y aplacaba el sabor de su carne cruda, a veces demasiado intensa para asimilarla por falta de costumbre.
Cuando volvió su madre con dos piezas ya descabezadas y evisceradas, Loba cogió la suya, levantó la piel, frotó la especia y mordió con ganas. El sabor estalló en su boca, suculento, agradable y potente. Comió en silencio y sin apenas mancharse, una vez terminado, bebió agua y echó los restos al río lavándose en sus aguas.
-¿Estás bien?-Su madre había terminado hacía rato y aguardaba vigilante.
-Si. Me duele, pero no me impide correr. –Replicó ella.
-Si aguantamos así un par de días saldremos de tierras fantasma y llegaremos a un asentamiento avanzado de los elfos de la noche. Allí nos proveerán y podremos descansar, he trabajado para ellos en ocasiones y su jefe conoce mi reputación. Recuerda no decir que eres mi hija, a todos los efectos eres una huérfana rescatada, ¿de acuerdo?
Loba asintió.
-Tu única oportunidad es que no te relacionen conmigo, nos espera un viaje largo y arduo hasta Vallefresno, allí te entregaré a un amigo y él se ocupará de ti.
-¿Vas a volver con papá? –La mirada de la niña era ansiosa.
La elfa acarició la cabellera de su hija, su gesto se dulcificó.
-El destino lo escribimos nosotros, Lobasombra. Todo tiene su momento. Lo que ahora parece un sinsentido cobrará importancia en el futuro. Confía en mí.
La niña asintió, sin cuestionar las palabras de su madre, pero aprendiendo de su tono y actitud.
-Vamos Loba, sigamos… - De pronto Jade detuvo su discurso y se agazapó arrastrando a su hija al suelo con ella.
Loba aguardó en tenso silencio, con la boca entreabierta, respirando lentamente, escuchando, escuchando, escuchando…
Su madre se volvió a ella y vocalizó sin sonido una sola palabra: Renegados.
Avanzaban por el río, seguramente las habían estado esperando, emboscados en la confluencia de mas al sur, esta debía ser la patrulla de vigilancia que controlaba la ribera noroeste.
Jade ordenó a Loba ocultarse y aguardar enfatizando su gesto con el símbolo de la Serpiente.
Regaló a su hija una breve mirada, mezcla de cariño, orgullo y coraje. Loba reconocía esa despedida, era la forma de su madre de decirle “ahora vuelvo” siempre que su reputación la empujaba a someterse a los peligros de una misión sangrienta. Esta vez sin embargo, no era su lealtad, su servidumbre o su contrato lo que la alejaba de ella, era su voluntad, su instinto protector.
Jade esperó hasta que su hija se camufló en la sombras haciendo gala del talento natural de su raza, después, ella misma se fundió en la penumbra deslizándose como un fantasma hacia sus objetivos.

Loba temblaba. A pesar de todo el condicionamiento, de todo el entrenamiento, de su formidable fuerza de voluntad… era una niña. Temía por su madre, temía por ella misma.
Un gemido ahogado la hizo dar un respingo, sus ojos volaron de un lado a otro buscando la señal de algún movimiento furtivo, sentía los músculos agarrotados, sus dedos se hundieron en la fría hojarasca, engarfiados, aterrados.
Ruidos de lucha llegaron a ella desde el río, el rechinar del metal, el chapoteo de un cuerpo que caía, al ladrido de una orden segada, un grito moribundo. Reconoció la voz de su madre, cargada de odio… la neblina distorsionaba los sonidos, se sentía incapaz de ubicarla.
Apenas habían pasado unos minutos, pero a ella se le antojaron horas, el tiempo parecía transcurrir ralentizado. El silencio era ominoso, pesado y asfixiante. Loba estiró el cuello tratando de atisbar entre los arbustos la silueta familiar y reconfortante de su madre, volviendo agazapada como tantas otras veces. Sintió que el frío la invadía y comenzó de nuevo a temblar.
Un movimiento sutil a su espalda la asustó, volvió la mirada esperando encontrarse con los ojos de su madre, pero no era ella quién la contemplaba desde la imponente y espectral envergadura de un renegado gigantesco.
Loba comenzó a temblar a medida que el frío se derramaba en sus entrañas, aquél ser se la quedó mirando, confuso por un momento, hasta que el reconocimiento brilló en sus ojos sedientos y blanquecinos.
Loba sintió como la sangre se retiraba de su rostro, emitió un jadeo ahogado de puro terror, el miedo la paralizó un segundo mas de lo necesario, el no-muerto se abalanzó sobre ella y la agarró por el cogote, alzándola indefensa como un gato mojado.
La pequeña elfa se revolvió salvaje, tratando de zafarse de la presa de hierro de aquél guerrero esquelético y brutal, en vida debía haber sido un coloso formidable como así atestiguaba su enorme osamenta, visible allí donde la carne se había desprendido dejando los huesos al descubierto.
- No te resistas cachorrita… -La voz estertórea y sin tono del renegado escapó sibilante de su boca sin labios.
Loba no respondió, siguió revolviéndose, mirando a su captor con ojos desorbitados por el miedo y el asco. Trató de patearle, de alejarle de ella, pero no era rival para aquél ser, era evidente que al renegado le sobraba fuerza para someterla.
Como la niña no se tranquilizaba, el no-muerto la golpeó de revés con un puño enfundado en metal. El impacto resonó como un chasquido, Loba sintió que la piel de su cara se rasgaba mientras mil agujas de dolor punzante taladraban su vista, de sus labios se escapó un grito infantil, luchó por mantener la consciencia, aturdida y desorientada.

¿Dónde estaba Jade?


jueves, 5 de noviembre de 2009

Crowen (XXII) Libro de Sangre

Me refugio en su abrazo rindiéndome a su presencia envolvente, familiar e intensa. El aire se ha vuelto denso a mi alrededor, amortiguando luz, sonido y aromas. Cuando me sumerjo en él mi concentración se afila y se vuelve precisa y poderosa, desechando interrupciones y distracciones externas. Sólo existe él, solo el olor añejo de un pergamino tejido en voluntad y unas palabras grabadas en sangre, su tacto es real, tan real como el de cualquier libro. Pero el Libro de Sangre no es un tomo cualquiera. El Libro de Sangre respira conmigo, late conmigo, se estremece y reverbera conmigo y en mí, sintonizándose con mi mente y mi alma, mi voluntad, mi esencia.
No tiene inteligencia pero si conciencia, una conciencia antigua, paciente y observadora. Su sed es constante, reclama atención, conocimiento y entrega, otorga sabiduría, secretos y plenitud. Y exige su precio en sangre, sangre roja y espesa, brillante y poderosa que resbala sobre mi nívea piel dibujando intrincadas runas de poder, siseando al contacto con el aire, goteando sobre páginas hambrientas que absorben y transforman y me acarician con dientes afilados y agujas que laceran mi carne, que causan dolor que beben mi dolor. Y yo entrego sacrificio a cambio de conocimiento.

Mi mente vuela y las páginas se agitan armonizadas con mi voluntad, el saber de los que me precedieron, de los que conocen a los que me precedieron, de lo que sabían e intuían, de todo aquello que atesoro en la Memoria Oculta, la senda de los dioses, la memoria del mundo, desde el origen y desde el despertar de la conciencia que alberga mi Grimorio. Mi herencia y deber, mi señor y mi siervo. Porque me rindo a su servicio y responde a mi voluntad.

He demostrado ser digna, he sido aceptada. Y ahora reclamo el saber que ha de restaurar mi memoria fragmentada, porque he recordado quién fui, quien soy, en qué me convertí. Paladeo el sabor amargo del vil en mi lengua, regusto imaginario de una condena de la que renegué, de una maldición que eludí. El Libro reacciona y me muestra los rituales y los símbolos, el camino de caída y redención, la aceptación y la superación. No es el vil sino el terror… me agito inquieta, no es lo que busco. Morir, vivir, fallecer y volver… ¿cómo? ¿dónde?, he de buscar la respuesta correcta. He de formular la pregunta adecuada.

La fusión de voluntades, la fusión de almas… devoraste un demonio, absorbiste su esencia. No yo, fue la armadura negra, el obsequio de Baazel. Pero tu la contuviste, la saboreaste, la engulliste. Renuncié a ella, me liberé. No se puede olvidar un beso ni el sabor de una comida, no se puede olvidar un sueño ni el dolor de una herida. Se niegan, se ocultan, pero su recuerdo permanece inalcanzable en la vigilia. Debes entrar, debes comprender y aceptar.

Baazel y Crowen fueron uno, y dos volvieron a ser, pero sus almas se enredaron. Mis recuerdos y sus recuerdos, enlazados. No puedo acceder a ellos. Asume la plenitud de tu naturaleza. Soy mi naturaleza, soy Crowen. Vida en un cuerpo extasiado, ni muerta ni viva, ni mortal ni demonio, avatar de voluntad, sierva y ama del Libro de Sangre. Desvela tu naturaleza. Soy lo que soy y quiero ser. Debes ser mas. Debes aceptarlo todo, vivirlo todo, entregarte sin reservas. YO elijo lo que quiero ser. Entonces… elige bien.

Jadeo y retiro la mano, agotada, lacerada, famélica. Las lágrimas velan mi mirada y el dolor arde en mis entrañas. Me he acercado, pero no ha sido suficiente.

- Ese libro es obsceno. Te drena y agota, es oscuro y perverso– Gaheris se acerca a mi y me toma en sus brazos evitando que caiga, en su rostro se dibuja la preocupación.
Me abrazo a él, sintiendo bajo la tela de mi vestido los relieves de su armadura, mis manos buscan huecos en sus defensas para rozar el calor de la piel y siento cómo se estremece él cuando mi tacto fresco le alcanza. Estamos solos en la cabaña de bella madera tallada, ocultos en las suaves frondas del monte Hyjal, bajo la curiosa mirada de los celadores del tiempo.

- No hay ni maldad ni bondad en él, tan sólo conocimiento. - trato de hacerle entender, necesito que entienda.
- Pero el conocimiento que buscas te sumerge mas y mas en la sombra, cuando mas te acercas a él mas siento que te alejas de mi.
- No debes temer. Tu luz es un faro que me guía en la niebla, penetraste mis defensas y te dejé atisbar en los secretos de mi corazón, y no sólo te conformaste con ver, te llevaste contigo una parte. -trato de sonreír, pero mis energías están mermadas y apenas alcanzo a liberar un gemido debilitado.
- Debería destruirlo. Liberarte.
- ¡NO! - mi grito reverbera en mi garganta y en la estancia, las sombras se agitan alteradas.
- Mírate, mi amor, mírate. Te consume, te castiga... renuncia a él, renuncia a sus cadenas. - en la mirada de Gaheris se agazapa la determinación, el afecto, el miedo que siente por mi.
- Es parte de mi. Destruirlo es destruirme.

Gaheris vuelve a estrecharme contra su pecho, acaricia mi cabello y me besa en la frente. Puedo percibir su frustración y tristeza. Cada vez me siente mas lejos, cada vez el abismo es mayor. Y sin embargo, por encima de temores y obstáculos, por encima de pecados y virtudes, siento terco y vibrante el cariño que nos une, la pasión que nos hace volver una y otra vez, el amor que restaña heridas y calma la tormenta que se desencadena en nuestras almas. Ignoro que nos sucederá, ignoro que me depara el destino, tan sólo se que el amor es un sentimiento que trasciende a la muerte, tan solo se que ha sido el hombre que ahora me abraza quién me enseñó a amar sin temor.

Mi tacto se enfría, apagado mi ardor por el cansancio y el desgaste de la prueba a la que me somete el Libro de Sangre. Conozco la solución. Debo asimilar y aceptar mi naturaleza, vencer el miedo, debo hacerlo si quiero desvelar mi verdad y alcanzar todo mi potencial. Debo hacerlo... ¿quiero hacerlo?

Es mi deber. Es mi herencia. Es mi voluntad.