jueves, 12 de noviembre de 2009

Crowen (XXIV) Tríada (1ª parte)

He llegado pronto. Quizá de forma inconsciente he preferido adelantarme para así tener la oportunidad de examinar con cautela el lugar. No es la primera vez que estoy en la Taberna de los Cuervos, un local de mala reputación escondido en las tripas de las cloacas de Dalaran, nido de criminales y personajes oscuros y uno de los pocos lugares donde no importa lo siniestro, peligroso o misterioso que seas, nadie hace preguntas ni espera respuestas.
He prescindido de la armadura, en este antro calzado sobre pilotes de madera, las tablas del suelo son traicioneras y las pasarelas cuando menos, inseguras. Un paso en falso y uno termina siendo la cena de los depredadores que nadan en las turbias aguas bajo nosotros, y no, no son leyendas, puedo jurar haber visto la aleta dorsal de un tiburón de considerable tamaño cortar la superficie del agua mientras me dirigía aquí haciendo equilibrios sobre los puentes de estrechas tablas.

El lugar huele a moho, alcohol rancio y sudor multirracial. En un lugar donde taurens y draeneis se emborrachan juntos y comparan hembras cornudas con hembras cornudas, se puede esperar cualquier cosa. Pero por debajo del tufillo familiar que impregna la añeja taberna puedo percibir otro no tan habitual, el de la magia. Dicen, cuentan, se rumorea… que los vertidos en las cloacas incluyen restos de experimentos fallidos, alquimias experimentales y residuos de todo tipo provenientes de las escuelas de magia de Dalaran. Esa historia ha engendrado las mas pintorescas anécdotas y es madre de los mitos locales sobre las cloacas, donde se habla de mutaciones extrañas, criaturas imposibles y gente que se convierte en insectos multicolores. Sinceramente, para mi que la cerveza negra que sirven aquí tiene mas culpa en el origen de tales cuentos que las aguas contaminadas.

Llevo un rato esperando y finalmente he pedido una copa de vino tinto, uno puede ser todo lo siniestro que quiera, pero tienes que pedir algo de beber si quieres ocupar mesa. No puedo evitar sonreír, hay ciertas cosas que no cambian y para alguien longevo como yo, sigue siendo reconfortante.
No tengo que esperar mucho mas, dos sorbos de vino espeso mas tarde el par de elfos al que espero hace su entrada en el local.

El sin`dorei rubio es bastante alto y corpulento para nuestra raza, su constitución parece mas propia de un elfo de la noche y posiblemente podría hacerse pasar por uno puesto que sus ojos relampaguean dorados y no glaucos como es habitual entre nosotros. Sus movimientos son engañosamente contenidos, me recuerdan al andar elástico de los grandes felinos… o de los osos. Cualquiera con algo de mundo identifica en él un guerrero acostumbrado a manejar armas pesadas y armaduras de placas, sin embargo, Ahti, es mucho mas. El elfo emana Luz y calor, no es una luz visible y ostentosa, es el aura sutil e invisible que le acompaña y le arropa, seres como yo la sentimos con total claridad, al igual que soy consciente de la sombra helada que él debe percibir en mi.

Theron es su opuesto y a la vez su complemento, no se exactamente por qué tengo esa sensación, pero es algo de lo que no puedo desprenderme desde que les conozco. El brujo me mira y sonríe, travieso, estoy aquí por él, eso es evidente, él me convocó y aunque noto que Ahti está al corriente su expresión adusta me informa que no se siente muy cómodo con mi presencia. Interesante. Theron es mucho mas bajo que su acompañante y al incorporarme quedo a su altura. Los ojos de un verte profundo y brillante, los cuernos enjoyados que nacen de su frente, las runas glaucas que escarifican su piel visible y el aroma almizcleño y místico que arrastra consigo hacen imposible que oculte su naturaleza sangrevil. Elfo, mortal, demonio… todo y a la vez ninguno realmente. Como yo, Theron es una criatura única en su especie y tan imposible de catalogar como yo misma.

- Espero que no lleves mucho esperando- Me saludan con formal cortesía, Ahti algo mas distante, Theron disfrutando con la situación.
- Lo suficiente. ¿Me ponéis al corriente?
- Subamos. –Indica Ahti cortante. Se le nota tenso, sea lo que sea lo que ocurre, le afecta mas a él que a su amigo.

Los tres ascendemos por las escaleras que llevan a las habitaciones superiores, las tablas del suelo rechinan de forma amenazadora bajo nuestro pie… y algo mas quejumbrosas bajo la bota de Ahti. El sin´dorei de ojos dorados lidera la breve marcha y tras franquear la tercera puerta del pasillo nos invita a pasar.
En la modesta habitación descansa sobre la cama el cuerpo inerte aunque vivo de una muchacha elfa, los rasgos de su cara son afilados y están marcados por el carácter y la vida al aire libre, percibo el olor a leña en su cuerpo, el aroma del acero y el tufo del lobo. Una forestal con toda seguridad.
En la estancia dormitaba un tauren de aspecto hosco que se levanta con un crujido al entrar nosotros y tras intercambiar un par de gruñidos con Ahti desaparece cerrando la puerta tras de si.

- Ella es Rashe. –Ahti hace las presentaciones de forma escueta. A pesar de las piezas de armadura ceñidas con cuero y correas a su cuerpo puedo percibir las líneas de tensión en su postura, la mujer es importante para él, o… le miro mejor… ¿nostalgia? O lo era. Reconozco ese sentimiento, lealtad vieja y recuerdos amargos que se entrelazan, si, lo reconozco, mi alma está también llena de ellos.
- Algo la mantiene en ese estado de sueño profundo, los médicos y curanderos han descartado una afección física, así que solo nos queda su psique, lo que sea que la mantiene postrada mantiene su mente sellada, atrapada. –El elfo termina su exposición volviéndose a mirarme, sus ojos relampaguean al cruzarse con los míos.- Theron afirma que puedes ayudar.
- No es la primera vez que me enfrento a una situación semejante. – Confirmo.- Estás proponiendo ir a buscar su espíritu directamente al plano astral. ¿Habéis participado antes en algo así?

Ambos intercambian un gesto cómplice y me regalan una mirada teñida de suficiencia, como si aquello fuera el pan de cada día. Saben perfectamente a lo que vienen y yo también, me he comprometido a ello y ahora no voy a echarme atrás. Mi padre habría opinado que algo así es imprudente y muy arriesgado, pero hoy me siento intrépida.
 
Continuará...

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