lunes, 23 de noviembre de 2009

Crowen (XXV) Toque de queda. (1ª parte)

Hace menos de una semana la nueva y flamante guardia del sol de Lunargenta instauró por decretazo el toque de queda en la capital sin´dorei, aliñada además por una serie de prohibiciones orientadas a eliminar cualquier símbolo que nos recordara lo que habíamos sido hasta entonces. Hijos de la sangre, vengadores de nuestra gente y fieles seguidores de Kaelthas, el Caminante del Sol que quiso salvar a su pueblo y a punto estuvo de coronar su total aniquilación.

Si, el velo ha caído y las mentiras han sido desveladas al pueblo, la engalanada ciudad respira otro aire, aunque el perfume y el maquillaje no pueden ocultar el aroma de la sangre que alimenta la tierra bajo sus piedras. Los espíritus de cientos de miles de elfos asesinados hace décadas siguen clamando desesperados ante los oídos sordos de los supervivientes.

Arrancad las estatuas, derribad los símbolos, quebrad los cristales y erradicad a los demonios. Queremos lavarnos, purificarnos, olvidar el odio, purgar el mal… Los Caballeros de Sangre han sido desgarrados en lo mas profundo de su ser, la fuente de su poder ha sido liberada y con ella sus propias almas, muchos han desertado y otros tratan de encontrar hueco en su corazón para esa Luz que calienta y deslumbra y quema y revela verdades que muchos no tienen agallas para encarar.

Estos son los gritos y las consignas que se escuchan estas últimas semanas, los guardias vestidos de oro y carmesí se esfuerzan por mantener el orden mientras los filósofos leen en voz alta manifiestos, los políticos se reúnen tratando de sacar rédito a la nueva situación y en las altas esferas los poderosos forman alianzas e intercambian favores. Habían pasado meses desde la caída del príncipe y es ahora cuando la ciudad comienza a reaccionar, dicen que los elfos se toman los cambios con calma, demonios… menuda calma.

Durante días se suceden las nuevas leyes y decretos, la última está resultando bastante polémica pues afecta a brujos y esbirros y caballeros de la muerte llegados desde el norte en gran masa. Los invocadores de magia vil y los maestros profanos están en el punto de mira. Como es de esperar la censura ha actuado como revulsivo y aunque la mayoría han acatado la nueva ley y apenas se ven demonios pululando junto a sus amos, los brujos parecen haber proliferado como setas y no es raro ver a los aprendices jóvenes reunidos en grupos, incluso en medio de la calle, manteniendo acaloradas discusiones sobre sus derechos y libertades o increpando a la guardia al pasar. La mayoría de las reyertas e incidentes están teniendo mas de anecdótico que otra cosa, pero los ánimos se están caldeando y han saltado a la opinión pública algunos casos de agresiones y abusos perpetrados por radicales.

En medio de esta agitación social me deslizo por las calles de Luna, atenta a los movimientos furtivos y miradas hostiles que genera la presencia de “una no-muerta del norte”. Tenía intención de pernoctar aquí y mientras sopeso si es o no buena idea, me encuentro de bruces con Theron y un forestal que al parecer le acompaña.

- Buenas noches, Theron.
- Buenas noches, Crowen.

Al saludarle no se por qué pero no puedo evitar sonreir, como si bajo el saludo formal se ocultara un doble sentido teñido de ironía. Atrás ha quedado el recuerdo del vínculo que compartimos junto con Ahti y la resaca de recuerdos que ahora dormitan en alguna parte de mi mente, agazapados. Son apenas un rumor entremezclado con los susurros de los espíritus que siempre me acompañan.

Tras unas cuantas frases cordiales me presenta a su acompañante, Oládian, y me explica que andan buscando a un aliado algo díscolo. Al ver que Theron y yo nos enfrascamos en una de nuestras habituales conversaciones, el arquero se disculpa y sigue su camino.

Me sorprendo al ver a Theron increpar con animosidad a un brujo joven, uno de sus conocidos al parecer, que se cruza con nosotros haciendo ostentación de su abisario, aunque sus palabras caen en cabeza hueca y tras aleccionarle sin resultado, decide ignorar al ingenuo rebelde.

- ¿Te preocupa mucho la situación? – le pregunto.
- No es alarmante, pero si hubiera menos idiotas caldeando el ambiente sería mejor. La mayoría de los que están desafiando a las autoridades son aprendices que no han alcanzado siquiera a comprender los poderes con los que pretenden jugar, pero están vendiendo una imagen de frivolidad irresponsable que no nos beneficia en nada a los maestros del Sagrario.

Miro a Theron con seriedad, sus palabras son serenas y lógicas. Parece mas exasperado que alarmado, aunque su semblante se muestra fúnebre.

- Somos un pueblo acostumbrado a lidiar con la sombra, si evitamos caer en el fanatismo las aguas volverán a su cauce. Aunque claro, la masa no se distingue precisamente por su racionalidad.
- Ahí es donde guerreros como tu, como yo, podemos marcar una diferencia, Theron. Sabemos lidiar con ambos lados de la balanza y nos movemos con soltura en la penumbra, donde Luz y Sombra se entremezclan y hacen patente que no pueden existir una sin la otra.

El brujo me observa y sus labios se tuercen en una sonrisa maliciosa, sus ojos se alzan buscando algo a mi espalda y tras un par de segundos de duda señala con su barbilla la entrada de una posada de aspecto lujoso.

- Hay mejores lugares para charlar que las aceras. Y estos son temas que tratar con cierta discreción. ¿Me acompañas?

Asiento con un cabeceo, lo cierto es que me apetece descansar y charlar un rato, estos últimos meses han sido intensos y he estado mas implicada en política que en mi verdadera responsabilidad lo cual, tras varias vidas mortales sigue teniendo en mi un único efecto: frustración y aburrimiento.

Al entrar en la posada Theron echa un vistazo alrededor y frunce casi imperceptiblemente el ceño, el local está bastante abarrotado, casi todas las mesas están ocupadas y el denso y picante aroma de las pipas de agua impregna la atmósfera. Todo parecería normal si no fuera por la ausencia del jolgorio, las conversaciones se mantienen en apagados murmullos y las miradas de desconfianza y resquemor que nos lanzan al entrar no invitan precisamente a encontrarse a gusto. Mi actitud es cuando menos hostil y hastiada, las mismas caras de siempre, las mismas expresiones de siempre, dioses, como detesto la superstición.

- Vayamos arriba, he pagado una habitación.

Theron se planta a mi lado con un par de botellas de vino y una sonrisa sardónica. Por encima de su hombro la posadera nos dirige una mirada maliciosa que sin saber por qué, me irrita. Lo reconozco, soy una mujer orgullosa y no me gusta que me tomen por lo que no soy. Sin embargo eso no me impide tomar la iniciativa y liderar la marcha.

Llamar habitaciones a los reservados de esta posada es cuando menos irónico. Las cortinas son lo suficientemente densas para dar una falsa sensación de seguridad desde dentro, pero desde fuera se perciben en ocasiones siluetas a contraluz y aunque las palabras se amortiguan, el sonido se traslada. Lunargenta susurra y se contonea entre brocados y sedas, envolviendo a sus habitantes en telas traslúcidas e inciensos sugerentes que difuminan la realidad y embotan lo sentidos. A veces me olvido de su poder embriagador, yo misma me abandoné a sus abrazos enjoyados durante una lejana época de mi vida, pero era mucho mas joven y mucho mas débil, y qué demonios, hace ya siglos de eso, ni siquiera existía la cicatriz muerta y las almas que habitaban la urbe eran diez veces mas numerosas.

Traspaso el umbral simbólico del cortinaje y elijo para mi uno de los divanes mullidos y complacientes de la estrecha estancia, Theron ciñe las cortinas tras de si y toma asiento cerca de mi, su expresión es concentrada. Se que ha percibido el ambiente enrarecido de la planta de abajo con la misma claridad que yo.

Se remanga con práctica elegancia mientras escancia el vino en las copas de cristal labrado y cuando deposita una en mi mano se inclina sobre mi y sus primeras palabras son susurradas. Cualquiera que nos viera creería que me está besando, pues permanece tan cerca de mi oído que mi piel helada percibe la calidez de su aliento cuando habla. Me siento conspiradora y la situación a mi pesar me resulta divertida, cuando le miro de reojo noto sus ojos brillar con ese fuego jade que parece habitar inquieto en su interior, espero que no malinterprete mi sonrisa…

- Percibo paranoia. –su voz se desliza oscura entre sus dientes. Está tenso, alterado, aunque no lo aparenta exteriormente puedo verlo tras la máscara.
- Los brujos se muestran en las calles –murmuro- y el miedo en los hogares. Lunargenta aún teme la violencia pero se prepara para ella.

Theron afina los labios y vuelve a mirarme, hablamos en susurros, murmurando… como los clientes de la sala común. En una ciudad donde la gente cree que los velos pueden ocultar secretos… El ruido de una pareja que camina por el pasillo y ríe desinhibida mientras cruza por delante de nuestro umbral nos pone en tensión, esos dos deben ser los únicos inteligentes del local al parecer, cuando sus sombras desaparecen y sus bromas se sofocan me vuelvo de nuevo hacia mi compañero y a punto estoy de dar un respingo impropio de mi cuando siento sus dedos en mi garganta.

Me le quedo mirando un instante, mientras ensayo mi habitual expresión de indescifrable ambigüedad. Mi orgullo prende levemente la mecha que puede encender mi ira. “No se pensará que voy a convertirme en una muesca en su cinturón… porque va listo.” No reacciono al contacto, me ha sorprendido pero descubro que no me molesta, sin embargo no le invito a ir a mas, soy consciente de lo mucho que sabe de mi y yo de él, esta escena no es nueva para él, las remembranzas de decenas de situaciones paralelas titilan irreverentes en el fondo de mi memoria común, pero esto es diferente. Lo que quiero de Theron es lidiar con su mente, no con sus manos.

- El Círculo podría influir para encauzar la situación. – mi voz sigue manteniéndose serena y suave, mis ojos no se apartan de los suyos. Continúo imperturbable. – En el Alba Carmesí hemos recibido ofertas y peticiones, hay intereses tras esta agitación que sospecho se encauzan directamente a sacar beneficio de la crispación social.
- Nada como la amenaza de un peligro para hacer brillar a un posible salvador, ¿eh? –Theron ha captado las implicaciones de mis palabras, sonríe mientras da un sorbo a su vino, meditando. – Empiezan a encajar algunas cosas, desde luego.
- ¿Has sufrido amenazas o avisos… algún contacto?
- Se que la Capitana de la guardia quiere hablar conmigo. Pero solo puedo especular sobre las razones.
- Si quiere hablar es que quiere algo que requiere colaboración, si te considerara un enemigo habría ordenado detenerte.
- O quizá es precisamente de lo que quiere asegurarse. – musita sardónico- Averiguar en el bando en que me muevo.
- Tsk… la conozco, es radical en sus planteamientos y no admite medias luces. – no añado que sea cauto en su posible entrevista, es algo que doy por supuesto que sabe hacer.

Los dedos de Theron siguen deslizándose por mi cuello con la misma cadencia sosegada que impregna nuestra charla.

- Detesto las épocas de superstición y miedo, donde el arte y lo desconocido se tiñe de amenaza y se exacerban los miedos de la masa. He vivido ya tiempos de quema de brujas – chasqueo la lengua con exasperación- y el resultado es siempre el mismo, caos, dolor, miseria y finalmente culpa y vergüenza.
- Para los que sobreviven. - ¿Es amargura lo que siento en su voz o simple cansancio?
- Creo que la mejor forma de acabar con la superstición es hacer de lo oculto y misterioso algo cotidiano y conocido, compartir el conocimiento y desvelar los secretos. La ignorancia es un arma en manos viles, la sabiduría libera el alma y espanta el miedo.
- El conocimiento en manos inapropiadas también es peligroso.

Sonrío y le miro de forma intensa, entramos en uno de mis debates favoritos.

- Esa es una de las frases que mas veces he escuchado como aprendiz y maestra. – apunto. – sin embargo, la experiencia me ha demostrado lo contrario. Un secreto tiene poder, hasta que deja de serlo.

Y de pronto me sumerjo de nuevo en una de nuestras conversaciones sobre deber, saber y equilibrio. Desvelados e inmersos en un intercambio voraz y apasionado que nos acompaña durante horas y horas mas allá de la madrugada. Intercambiamos miradas e ideas, creencias y opiniones. Nos arriesgamos a abrir nuestra alma y dejarnos diseccionar y ser diseccionados uno por el otro, no soy inmune a su discurso y a veces siento inquietud y alarma, otras me retraigo tras una observación especialmente audaz y acertada, no me arredro cuando es mi turno de indagar y estimular. Y la noche va transcurriendo en una pequeña estancia que parece hechizada, mientras enredamos palabras y desnudamos el alma.

- Conocerse a si mismo… -está diciendo él- …mirarse en un espejo que te devuelve una imagen descarnada y cruel de ti mismo, mostrándote como eres, con todas tus debilidades y temores.
- Sólo aceptando la totalidad de tu naturaleza puede uno conocerse realmente. Sin ese conocimiento y aceptación total y plena no podemos enfrentarnos al miedo.
- Hablas de un camino sin dudas, sin fracaso…. –dice él, su mano se ha quedado aferrada a mi nuca, sin forzar la postura, como una marca física que me invita a acercarme.
- Hablo de un camino de superación y continuo aprendizaje, donde el dolor se convierte en nuestro aliado.
- ¿Consideras el dolor algo positivo? – no parece sorprendido por la idea, casi la corrobora en su enunciación.
- El dolor nos hace sentir vivos, nos recuerda que somos falibles y mortales, pero también es un acicate para levantarse y continuar tras cada caída.
- ¿De dónde sacas las fuerzas?

Mastico la pregunta, mi mantra acude a mi boca sin dificultad.

- Es cuestión de voluntad.

…continuará.

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