martes, 6 de octubre de 2009

Crowen (XVI) Encuentros y Desencuentros.

Si vuelve a insistirme una vez mas en lo de volver a la vida le ahogo.

Hemos vuelto a discutir. Hace ya semanas que Gaheris ha revivido, se ha recuperado sorprendentemente bien. Aunque tuvo cierta decepción al comprobar que la Luz le había abandonado, ha conseguido domar su poder y enfocarlo de manera sorprendente, su senda del Caballero Rúnico continúa perfilándose, y gracias a la experimentación y la disciplina, ha logrado dominar la escarcha y la sangre con sorprendente habilidad. Como maestra siento orgullo y satisfacción por sus logros, como amante… estoy hasta el moño de sus ataques continuos a mi Arte.

Normalmente me lo tomo con humor, conozco su carácter impulsivo, y su devoción, la pasión con la que enfrenta cualquier aspecto de su vida. Hasta estoy aprendiendo de él, al menos en esgrima, su técnica es precisa y elaborada, muy versátil y demuestra día a día que puede igualarse a cualquier adversario aún renunciando a parte de su poder natural. Sinceramente, es loable.
Pero esa misma pasión la vuelca en mi cuando trata de seducirme para su causa, y mis respuestas no le convencen.

Repaso mentalmente nuestra última conversación y tengo que controlarme para no gritar de rabia.
- Eres maestra en la senda de la sangre, no necesitas profundizar en lo profano, abandona esa práctica. – insiste él una y otra vez.
- Soy nigromante, no caballero rúnico. Te recuerdo que fui yo quien te inició en la necromancia blanca, para mi es una rama de estudio, mi Arte engloba todo, todo.
- Pardiez Crowen, lidero una escuela de necromancia, los Caballeros Rúnicos son mi enseña, mi vida, creo firmemente en ese camino, es un camino de redención. Si ahondas en las prácticas mas oscuras… ¿Qué te diferencia de los nigromantes de la plaga?
Mis ojos se entrecierran y mi voz se torna peligrosa, ha conseguido irritarme.
- Dímelo tu. – Le espeto. Llevamos varias conversaciones del estilo, y no tengo ganas de terminar a gritos de nuevo así que convoco un portal al Archerus, un lugar que él ha jurado no volver a pisar, y me largo.

Es una buena forma de estropear una hermosa velada… en fin. Sé que tenía pensado visitar a Naryah, la pizpireta actriz le tiene encandilado y mas ahora que siente que puede corresponderla como se merece, no me importa, al contrario, en cierta forma me alivia, le hará sentir bien, se lo importante que es sentirte aceptado o al menos tolerado sin que estén continuamente poniendo en tela de juicio tus motivaciones, tus sentimientos o tu integridad. No quiero flagelarle, puedo ser cruel y despiadada pero no quiero serlo con Gaheris, le quiero demasiado, así que me contengo. Pero esto pinta mal, se está radicalizando… y yo comienzo a personalizar todo aquello contra lo que lucha, hoy he visto asomar la decepción en su mirada, este hombre está acostumbrado a conseguir lo que quiere pero como le he recordado una y otra vez, no pertenezco a nadie. Bueno… excepto al Libro de Sangre, pero eso es otra historia.

Cuando me doy cuenta de que llevo mas de una hora andando por Lunargenta sin rumbo fijo termino suspirando exasperada. Necesito hacer algo. Me miro y vuelvo a suspirar, uno de los problemas de marcharse dando un portazo en estas discusiones es que te vas con lo puesto, en este caso, una toga de andar por casa. Genial, perfecto, estupendo. Tengo ganas de matar a alguien.
- Buenos días, Crowen.
Me doy la vuelta al oír mi nombre y me encuentro con Theron Nadir Solámbar. En mi mente aún aletea mi último pensamiento y las circunstancias me hacen sonreír ambiguamente, no se como lo interpretará el brujo pero corresponde a su vez con otra sonrisa.
- Vaya, que sorpresa, buenos días Theron.
Por unos segundos se establece el típico silencio de dos conocidos que al encontrarse y saludarse se percatan de pronto de que no saben nada uno del otro y no tienen nada que decirse. Pero prefiero cortarme las venas antes que comentar el buen tiempo que hace en Lunargenta, con el hechizo perenne de clima que rodea la ciudad es de gilipollas mentarlo.
- ¿Cómo tu por aquí? – el brujo debe haber pensado lo mismo que yo y ha pasado directamente a la segunda posible pregunta del manual sobre como iniciar una conversación trivial.
- Pertrechándome. Quiero salir en breve hacia Rasganorte. – descubro con sorpresa que es verdad. Deseo salir de aquí y en los envilecidos hielos del norte me siento como en casa, qué le voy a hacer, la cabra tira al monte.
- ¿Tienes deberes que cumplir allí? – el elfo ensancha su sonrisa, parece relajado, sus ojos están inyectados en verde y a pesar de ello reconozco los signos de la fatiga propia de una noche en vela y no dedicada precisamente al estudio y meditación.
- ¿Quién no los tiene? Siempre hay algo que hacer, basta con tener el poder para hacer algo que marque una diferencia como para de forma automática asumir la responsabilidad de hacerlo.
Él me mira de pronto de forma peculiar, noto que ahora si me mira, si, me mira por vez primera, hasta ahora simplemente me había “visto”, ahora me mira.
- Ser consciente de que debemos hacer lo que debemos hacer, ¿cierto? Es algo intrínseco en nuestra naturaleza, imposible de explicar o justificar pero tan natural como respirar. Forma parte de uno mismo y de lo que nos convierte en lo que somos.

Ahora es mi turno, no es una réplica formal, sus palabras han sido pronunciadas con convencimiento, somos dos extraños que acaban de descubrir que tienen algo en común, y no cualquier cosa. De pronto, decido fijarme en él de verdad. Su rostro es juvenil, aunque sus ojos son sabios, tiene esa expresión fácil de reconocer en gente joven que ha visto demasiado. Sus rasgos son agraciados y aún carecen de ese carácter que esculpe ángulos en los rostros de los hombres, lo que le otorga un aire adolescente y encantador, algo de lo que es consciente y lo utiliza; al igual que yo, Theron es un maestro mostrando sólo aquello que quieren que vean de él, su expresión es ambigua y todo ello le otorga un aspecto andrógino que seguro causa estragos en el público femenino, de sus logros como soldado apenas se nada pero de sus numerosas conquistas de alcoba bastante he oído, así te paga la fama en Lunargenta.

Sin embargo empiezo a sospechar que los rumores son arbitrarios, Theron tiene algo, algo que le hace diferente, y no son sólo los cuernos que sobresalen de su frente y que él lejos de disimular muestra con total arrogancia, casi de forma desafiante, algo que le gana mi respeto al menos en ese aspecto. Theron es mucho mas de lo que aparenta, y acaba de permitirme atisbarlo con una frase.
De pronto la conversación trivial desaparece sustituida por un diálogo propio de escuela de filosofía, no nos cuesta esfuerzo deslizarnos hacia el debate y antes de percatarnos estamos hablando de deber y voluntad… voluntad. La voluntad de moldear el mundo, de doblegar al destino, de salir airoso de las pruebas a las que te somete la vida. Hablamos sobre pérdida y resarcimiento, sobre lealtad y entrega. Nos sumergimos en recuerdos que compartimos de forma sutil y que nos permiten atisbar en el otro un reflejo de experiencias y decisiones que de pronto nos acercan recíprocamente y de forma insólita.
La ciudad se difumina a nuestro alrededor, se desdibujan los detalles y se amortiguan las voces circundantes, nos hemos parado en mitad de la acera y no nos hemos movido del lugar desde que cruzáramos la primera palabra. Los viandantes nos rodean, algunos nos observan descaradamente al pasar pero estamos tan enfrascados en nuestra conversación que ni nos percatamos.

- Es cuestión de voluntad. –concluye.
- Es cuestión de voluntad. –afirmo.
Hemos hablado a la vez.

La impresión me hace volver en mi, emerjo de nuevo a la realidad como quién sale de una tina de agua caliente y siente el frío ambiente pellizcarle la piel. Por la expresión que descubro en él, sospecho que comparte mi sensación.
- Vaya… ha sido…
- …sorprendente y revelador. –termino por él.
Ambos sonreímos aún desconcertados, pero las horas han pasado, la mañana se ha convertido en tarde y de pronto recordamos que teníamos cosas que hacer, así que nos despedimos con una cortesía teñida de cierta calidez o complicidad, no sabría describirlo, y cada uno emprende la marcha por su lado.

Reconozco que me he quedado intrigada, no todos los días se encuentra uno con alguien… con alguien con quién conectas de forma tan intensa. La sensación de haber arañado sólo la superficie de un alma terriblemente compleja e interesante me acompaña danzando de forma intrigante todo el camino. Estoy tan distraída que termino pagando de mas por ciertas prendas y pertrechos, aunque me doy cuenta ya de viaje hacia Rasganorte. Al menos, maldiciendo al comerciante estafador se me pasa el trance y puedo por fin concentrarme en mi próxima misión, sin embargo la sonrisa de medio lado me acompaña todo el trayecto.

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