miércoles, 30 de diciembre de 2009

Crowen (XXXI) Theron.

Él tenía razón. Nos hemos vuelto a encontrar. O quizá nos hemos buscado sin ser conscientes, no estoy segura.
¿Habrá soñado él conmigo como yo lo he hecho con él?

Es probable, pues esos fenómenos suceden en ambos sentidos, tengo que preguntarle sobre ello, pero antes necesito saber qué le ocurre. Al verle llegar me he sorprendido, las líneas de tensión se reflejan en su rostro habitualmente terso y cuando se encuentra conmigo me conduce con evidentes signos de fatiga a un rincón apartado entre las perennes sombras y cortinas del Sagrario.

Se nota que conoce el lugar y cuando por fin cierra tras nosotros la puerta que aísla el pequeño saloncito de lectura en el que nos ha refugiado se dirige hacia el fondo y se deja caer sobre la alfombra con las piernas cruzadas, ignorando los cojines que se ofrecen sedosos e indolentes a un lado. Yo sigo sin armadura, así que por una vez no supone problema arrodillarme a su lado.

El silencio nos envuelve en la penumbra del habitáculo, no nos hemos molestado en encender luz alguna y cuando nuestros ojos se habitúan a la escasa luz de la estancia nos miramos sin pestañear y ordenamos pensamientos.

- Algo te ocurre, Theron.

Él sonríe sesgadamente y me mira con cierto brillo danzando en el fondo de sus iris de jade mientras las runas de verde vil resplandecen mortecinas sobre la piel de sus mejillas, algo en mi pecho se agita, un recuerdo que conjura cierto temor muy soterrado en los mas profundo de mi ser. Tengo que hacer un buen esfuerzo por no estremecerme visiblemente a pesar del frío que siento en ese instante derramarse en mis entrañas.

- Contigo es sencillo, siempre pareces entender de qué estoy hablando. – su voz se libera sinuosa y susurrante y despierta un eco en mi mente.
- Tengo ventaja –añado- al fin y al cabo hemos compartido recuerdos.
- La gente no siempre es capaz de emplear lo que sabe sobre alguien para entender a esa persona. Tú eres diferente.
Siento que lo dice con cierto regusto amargo y comprendo con certeza que tiene a alguien en mente.
- Algo te preocupa a ti también, Crowen.

Su afirmación me desarma. Es evidente que el vínculo está activo entre ambas partes y él sabe y yo sé. Hemos pensado uno en el otro y eso lo ha despertado de su impuesto letargo, y al activarlo hemos pensado mas en nosotros y los recuerdos y sensaciones y experiencias y preocupaciones se han mezclado.

Theron es alguien a quién le cuesta confiar, creo que conmigo siente una mezcla de confianza y desamparo, muy parecido a lo que yo misma experimento. Somos conscientes no ya de que “podemos” confiar… es algo mas poderoso, “queremos” confiar. Y ese instinto irracional que escapa a la lógica y nos arroja a las redes del otro nos desconcierta y nos hace sentirnos desnudos e impotentes para detenernos. Es pasión, sentimiento y emoción… no hay nada que lo justifique ni lo respalde, no nos hemos demostrado nada aunque tampoco nos lo hemos exigido. Simplemente lo hacemos porque algo muy dentro de nosotros quiere hacerlo.

Ah… me explico como un libro cerrado, lo que pienso no tiene sentido alguno. Pero ahora no es momento de pensar, ese es el problema, pienso demasiado cuando en ocasiones sólo hay que dejarse llevar.
Así que me dejo llevar. Y abro mi coraza.

- Cuando era niña comprometí un pacto con un demonio familiar, abusé de mi poder sobre él y el resultado fue… trágico. Causé muertes, entre ellas la de… -dioses, se lo voy a decir- …mi madre.
Y entonces le cuento gran parte de lo que ocurre, de lo que he estado haciendo y de lo que tengo planeado hacer. Le hablo de Misao y Baazel, le hablo de Zai y los rituales. Le hablo sobre mi Libro de Sangre, sobre las masacres y las deudas impagadas, sobre odio y venganza. He empezado y no se cuándo parar, estoy revelándole aspectos sobre mi misma que nunca he confesadoa nadie. Y lo hago sin maquillarlos, no soy capaz de suavizar mi relato así que me muestro tal y como soy si es que hay algo en este carácter voluble e indomable que puede definirse con algo que no sea descarnada y dura realidad.

En ese momento me percato de que he humillado la mirada, aún me avergüenza reconocer mi mayor error, error estúpido y cruel de niña ignorante, la traición y posterior liberación de Zai. Pero ya no soy una niña así que alzo la vista y me encaro con Theron sin saber que voy a encontrar en su expresión tras todo lo que ha oído sobre mi.

Él me mira de forma muy intensa, casi abrasadora, sus ojos son dos pozos de jade brillante enmarcados por la palidez de su rostro en sombras, trato de atisbar en su expresión algún signo de lo que piensa, de lo que siente… pero no encuentro nada mas que atenta fascinación. Me está escuchando, sin juzgarme, simplemente me está escuchando.

Estoy temblando. Me doy cuenta demasiado tarde de ese detalle. Bueno, da igual, no me importa. Acabo de contarle a alguien a quien apenas conozco –mentira, si le conozco, le conozco mas de lo que quiero admitir- le he confesado algunos de los secretos mejor guardados de mi agitada existencia. Y muchos de ellos no son agradables, no me gusta buscar una justificación a mis actos, por deleznables que sean, siempre he asumido mi responsabilidad.

Cuando mi mirada se enreda en la mía soy consciente de que Theron no sólo ha aceptado plenamente lo que soy y como soy, sin prejuicios ni reservas. Lo entiende.

Me comprende.
Dioses.
Es cierto, me entiende.

Me siento prisionera de la mirada de jade mientras poco a poco me invade una extraña sensación de paz y alivio, incluso de gratitud. Estoy tan acostumbrada a ser juzgada con temor, desdén o recelo que he olvidado lo que es saberse aceptada tal y como soy.

Y entonces me sorprendo otra vez a mi misma al sentir el impulso de abrazarle. Algo en mi me empuja a hacerlo, hace tanto tiempo que no experimento contacto físico alguno que me encuentro arrasada por ese deseo incontrolable de confirmar con un gesto esa comunión tan única que estoy experimentando.

Pero como soy idiota, no lo hago.

- Seguro que recuerdas a Eliannor. – Theron comienza a hablar quedamente.

Yo asiento con un sutil cabeceo que rompe mi frígida postura de estatua de mármol blanco. El hechizo de intensidad se amortigua y se transforma de nuevo en una sombra envolvente y segura que nos resguarda del mundo exterior. El elfo de edad atemporal, cabello negro y frente astada ha comenzado a desgranar su historia como introducción a lo que ahora mismo le atribula.

Theron me habla entonces de un amor imperecedero que me hace encoger el corazón, me habla de dolor y sacrificio y entrega. Me habla de condenación, de penitencia y de compromiso. Y de algo aún mas terrible, el precio de la sangre. Algo que yo conozco bien, pues es el credo que rige mi vida y mi relación con el Arte. Theron también es dueño y esclavo de un pacto demoniaco cuya retribución no puede esquivar mas.

Los secretos que me confiesa los guardo en lo mas profundo de mi Memoria, en un rincón privado donde he comenzado a construir mis recuerdos sobre él. Allí guardo las susurros sobre legiones infernales, gemas y demonios, sobre almas atrapadas y vidas vinculadas. Y cuando por fin aparta de mi su mirada con el alma desnuda y el corazón expuesto y sangrante, lo hace para clavarla en nuestras manos entrelazadas.

Porque si. En algún momento mi mente ha pasado de mi y ha decidido actuar por su cuenta. Yo misma me estremezco al descubrir que he unido mi mano a la suya, que mis dedos se han enredado en los suyos apretando su carne en un gesto silencioso y privado que habla por mi, transmitiendo fuerza, apoyo, confianza y lealtad.

Soy muy consciente de su contacto como él lo es ahora del mío. Ignoro cuanto tiempo permanecemos así, somos expertos devorando el tiempo en bocados de silencioso intercambio pues hace tiempo que descubrí en Theron un interlocutor con quien puedo hablar sin pronunciar palabra alguna, así que le miro a los ojos y le contemplo con los labios sellados y la mente abierta. Ambos hemos confiado secretos y deseos de los cuales no nos sentimos especialmente orgullosos, la gente normalmente suele darse a conocer realzando sus virtudes y talentos, nosotros nos hemos desnudado enseñando las cicatrices mas ocultas y terribles, nos hemos mostrado las espinas. ¿Quedará todo aquí o seremos capaces de encontrar el valor y el momento de mostrar también lo que nos hace sonreir?

Es muy desconcertante sentirse así. Tengo la sensación de haber encontrado un alma gemela, mi corazón me invita a volcarme por completo, mi instinto me advierte que no me pertenece. Pero ignoro por completo a uno y a otro y cuando las palabras fluyen susurradas nos regalamos promesas.

- No estás solo.
- No estás sola.
- Lo sé. –decimos ambos.

Y entonces Theron se inclina salvando el estrecho espacio que nos separa y sus labios tocan los míos, un roce tan liviano que parece soñado, un beso tan efímero que es mas bien una caricia… y sin embargo, que devastador es su efecto en mi.

No me besa y si me besa, sencillamente busca mi contacto atravesando armaduras y corazas, apartando las suyas propias, es el gesto íntimo y privado que abre una fisura entre los muros que tan cuidadosamente hemos construido a nuestro alrededor a lo largo de años de dolor y espinas; nos hemos abierto paso, hemos entrelazado las manos y nos hemos tocado. Le he dejado entrar. Me ha franqueado la entrada. Y creo que a ninguno nos asusta lo que podemos encontrar al otro lado.

Y así se despide de mi, pues es ya entrada la noche y yace vencida la luz del día, envueltos en sombras que reptan y secretos que se enroscan entre ambos. Con el eco en mi mente de una sonrisa de serpiente. Con un beso que no es un beso.

1 comentario:

Percontator dijo...

Estoy temblando: BRAVO

PD-Si la envidia fuera tiña... ;)